Los profetas antaño tenían vivo interés en los eventos futuros, aunque no entendían todo lo que escribían. Sabían que iba a haber una persona que vendría sin conocer exactamente su identidad. No es así con nosotros, ¡Ya sabemos! Lea de Él:
“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación.” 1 Pedro 1:10.

Pedro el apóstol quería animar a los cristianos de su día para que ordenara sus vidas a fin de estar bien preparados para cuando viniera el Señor. Quería animarles a preparar su mente para actuar sobriamente esperando la revelación de Jesucristo. Les instó a ser “hijos obedientes” y no conformarse con los deseos anteriores, producto de su ignorancia. v.14. Pedro dio como ejemplo el testimonio de los profetas de la antigüedad, quienes querían estar seguros de esta salvación. Con diligencia indagaron y escudriñaban “qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos” v.11. Los profetas reconocían que el Espíritu Santo apuntaba hacia una persona que había de venir. El tema era de tal índole que con profundo interés se dedicaban a averiguar más detalles para así disfrutar de su venida cuando ocurriera. El Espíritu “anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” v11. ¿Existe tal clase de diligencia entre los cristianos hoy para conocer la verdad relativa al futuro?

La profecía tiene esta característica: anuncia con anticipación eventos que han de acontecer años después. Los profetas antaño recibían una revelación que su profecía no era “para sí mismos, sino para nosotros” v.12. La revelación divina era considerada tan portentosa que los profetas dedicaban tiempo para descifrar los misterios. Recibieron la respuesta que “administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo” v.12. De estas cosas que nosotros tenemos, aún “los mismos ángeles anhelan mirar”.

De estos profetas antiguos, Pedro nos enseña una lección. El dice que si invocamos por Padre “a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir” vv.17-18. La diligencia en escudriñar las Escrituras produce una vida valiosa dedicada a la gloria de Dios y se evita el vivir vanamente. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 13:1-23 [leer]
/Isaías 52:1-12 [leer]
/2 Corintios 12:14-13:14 [leer]