El Mar de Galilea tiene una atracción especial para todo cristiano. Me he bañado en sus aguas y en más de una oportunidad lo he cruzado en una lancha. Me sirvió para pensar en los eventos que acontecieron en su ribera, en las ciudades en su borde y sobre el agua misma, incluyendo la pesca milagrosa.

 

Jesús dijo: “Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” Lucas 11:28

 

El Mar de Galilea es llamado por tres otros nombres en la Biblia. Es llamado el Mar de Tiberias, el mar de Genesaret y en el Antiguo Testamento, el Mar de Cineret. Genesaret y Cineret tienen cierta similitud en su forma escrita. Cineret significa “arpa,” y se cree que en un principio el lago era conocido como Cineret, por tener la forma de arpa. El nombre Tiberias se deriva de la ciudad construida por Herodes Antipas en el año 20. La nombró en honor de Tiberio, segundo emperador de Roma durante los años 14 al 37. Herodes convirtió la ciudad en la capital de Galilea, y construyó allí su palacio aunque la ciudad es mencionada una sola vez en el NT, en Juan 6:23. Los judíos tuvieron antipatía para con ella pues fue edificada sobre un cementerio.

 

Debido a la importancia de la ciudad su nombre se traspasó al mar de Galilea. Se menciona el lago con este nombre sólo en Juan 6:1 y Juan 21:1. Quizás Juan el apóstol usó el nombre en su evangelio pues cuando él lo escribió en el año 90, Tiberias era el nombre más usado para referirse al mar de Galilea. El nombre Genesaret seguramente está emparentado con la palabra hebrea “Gan”, o jardín en español. Aparentemente usaban este nombre por una llanura situada a la orilla noroeste del mar, y Genesaret significa Llanura del Arpa. Los entendidos en la geografía de Palestina dicen que la llanura tiene 2 km. de ancho y corre paralela al mar unos 5 km. Era muy fértil, y poseía abundante agua.

 

Fue ahí cerca del Mar de Galilea que el Señor Jesús hizo muchos milagros. Una vez enseñó a la gente sentado Él en la barca de Pedro pues “el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios” (Lucas 5:1-2). Hay una bienaventuranza reservada para los que oyen la palabra de Dios y la guardan. No tenemos que ir al Mar de Galilea para escucharla pues la tenemos en nuestras manos y en nuestro corazón. Millones hallan felicidad, paz, doctrina, y orientación en ella. ¿Toma Ud. tiempo para oírla? “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Romanos 10:17. —daj

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 20 [leer]
/Jeremías 4:3-11 [leer]
/Gálatas 5:10-26 [leer]