El “Pez de San Pedro” es un pez que se halla en tres lugares del mundo, uno de ellos siendo el Mar de Galilea. En dos oportunidades me he servido de un plato de comida con este pescado. No es muy sabroso pero puede ser que fuera el utilizado por el Señor para pagar un impuesto.

 

“Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús” Juan 21:4

 

Los eruditos nos dicen que hay veintiuna variedades de peces que habitan el Mar de Galilea hoy. Siguen pescando allí, igual que hacían en los tiempos de Jesucristo, pero hay esta diferencia–hoy los barcos tienen motores. Una especie de pez es la que se llama El Pez de San Pedro. Dicen que tiene una forma muy singular y se la halla solamente en tres lugares diferentes; en el Mar de Galilea, en el Lago Victoria en África y en el río Nilo. El Pez de San Pedro tiene una especie de bolsón en su boca donde lleva a sus pequeños. A veces, se mete una piedrecita allí. Algunos han sido sacados llevando una tapa de botella en el bolsón. ¿Acaso fue este el tipo de pez que el Señor empleó cuando mandó a Pedro a sacar un pez y pagar el impuesto de dos dracmas para cada uno, impuesto asignado a los extranjeros? Puede ser, aunque por cierto, no lo podemos probar.

 

El Mar de Galilea ocupa un lugar de suma importancia en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús comenzó a predicar, abandonó a Nazaret, pueblo donde se crió y vivió por casi 30 años. El fue a vivir en Capernaum, ciudad ubicada en la orilla del mar de Galilea. “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima” Mateo 4:12-13.

 

Hay una escena que significó un recuerdo precioso para Pedro. Fue cuando el Señor Jesús apareció en la playa y dijo: “Hijitos, ¿tenéis algo de comer?” Cuando supo que no habían sacado nada, en un acto de gran misericordia, el Señor llenó sus redes de peces, y luego entabló una conversación con ellos. Iban a recibir una importante lección sobre las prioridades en la vida. Jesús quería que le sirvieran por amor dejando de lado los otros intereses para dedicarse a atender a las ovejas y a los corderitos. Jesús quiere que en nuestra vida reflejemos su amor para con otros pues Jesús “vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34). El encargo hecho aquel día a los discípulos de cuidar no a los peces, sino a las ovejas y los corderos queda vigente. ¿Estamos cumpliendo con esta labor dada a nosotros por el Señor? –daj

 

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 22 [leer]
/Jeremías 6 [leer]
/Efesios 1:1-14 [leer]