“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” Romanos 1:16

Pablo afirma que el evangelio es la revelación de la Justicia de Dios. Es una acción del mismo Dios por la cual Él declara justo, apto para entra a su presencia, a todo aquel que pone su fe en Jesucristo.  La justicia de Dios se relaciona con vida, y el evangelio es las buenas nuevas de salvación que dicen al hombre que hay vida y perdón en Cristo Jesús. Pablo dice que la muerte y resurrección de Cristo por nuestros pecados, es poder de Dios. El anuncio que Cristo pagó por nuestros pecados y fue muerto y resucitó, es poder de Dios. La palabra aquí es dynamos que significa “poder dinámico” o “poder generador” o “poder que genera poder”. Poder para salvación a todo aquel que cree, único requisito para ser salvos.

Lutero comprendió el mensaje apostólico. Pablo dice “no me avergüenzo” porque en ese mensaje –que es la única esperanza para el mundo– se revela la justicia de Dios. Esta se da a conocer, se manifiesta, se expone a la vista de los demás… por fe y para fe, de principio a fin. Tal como se señaló, en la justificación Dios no nos hace justos, sino que nos declara justos: es una declaración. Es una imputación de justicia.

Por nacimiento somos pecadores, “nuestras justicias (son) como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6), “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3). Esta gracia de Dios, concedida a los hombre sólo por la fe se vislumbra ya desde el antiguo testamento. Nos dice la Escritura: “Por fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo” (Hebreos 11:4), y “Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3). Pablo aprendió esta verdad, Dios abrió su corazón y sus ojos, y mil quinientos años más tarde, Lutero la redescubre. Leemos:

“Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él… pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios… por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:20-25). “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:15-21).

Entonces, Justicia  tiene que ver con el hecho que tenemos libre acceso a la presencia de Dios porque somos recubiertos con la misma justicia de Dios, para los que creen en Jesucristo. Redención tiene que ver con precio pagado: Dios ha pagado el rescate por nuestra vida que es la sangre, la vida misma de Jesucristo; este rescate conlleva libertad. Propiciación significa satisfacción. Dios el Padre está plenamente satisfecho con la obra de Cristo en la cruz. Su santidad y su honor están satisfechos. Esa fue la joya que Lutero redescubrió después de siglos de ocultamiento por la religión oficial no cristiana. ¿Ha sido el lector declarado justo por la fe en Jesucristo? –rc

(continúa)

Lectura Diaria:
Números 33 [leer]
/Proverbios 29 [leer]
/Lucas 4:16-44 [leer]