En su pueblo natal, Jesús no fue apreciado y sólo le trataban como un simple carpintero. No obstante, igual manifestó su misericordia en ese lugar sanando algunos enfermos.

“¿No es éste el carpintero, hijo de María…?” Marcos 6:3

Los asistentes a la sinagoga de Nazaret quedaron impresionados por las palabras de Jesús cuando tomó la profecía de Isaías y leyó un pasaje que proféticamente hablaba de Él (Isaías 61:1-3). Trataron de hallar una explicación de cómo un carpintero de su pueblo tuviera tanto conocimiento. El uso del serrucho y del martillo normalmente no tenían relación con un profundo conocimiento e interpretación de las Sagradas Escrituras. Acertadamente le reconocieron como “el carpintero”, y es interesante notar en su pregunta que decían “HIJO DE MARIA.” No mencionaron a José, que también era carpintero pero mencionaron a sus cuatro medio hermanos y dos media hermanas. Para ello, ningún carpintero sería capaz de manejar tanta sabiduría y también era miembro de una familia humilde. Fue precisamente ésta falta de aprecio para con Jesús que hizo que sus conciudadanos se escandalizaran de Él. La falta de fe en ellos fue un impedimento para apreciarlo.

Jesús enseñaba para que tuvieran confianza en Él y para que reconocieran que era el esperado Mesías anunciado en las Escrituras. Jesús explicaba el fenómeno usando un conocido refrán, “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:4). Con el uso de estas palabras, Jesús declaraba ser profeta, pero era mucho más, pues cuando la mujer de Samaria dijo: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas”. Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:25-26).

Es muy importante tener un concepto correcto de la Persona de Jesucristo. De tal concepto depende la salvación eterna del ser humano. De tal concepto depende recibir como regalo la vida eterna. Jesús dijo en una oportunidad, “si no creéis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). Lo triste fue que Jesús “no pudo hacer allí ningún milagro, (en Nazaret) salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos” (Marcos 6:5). Jesús fue misericordioso con ellos pues les hizo milagros. Les dejó responsables por su manifiesta incredulidad ante el evidente poder demostrado por Él. ¿Es Jesucristo más que un carpintero para Usted? –daj

Lectura Diaria:
Levitico 19:1-20:27 [leer]
/Salmos 120:1-123:4 [leer]
/Marcos 7:1-23 [leer]