Quienes conocían a Jesús “de niño” no quisieron reconocer su divinidad. Estaban prejuiciados y por lo tanto no vieron lo evidente. Su poder y gloria.

“¿No es éste el carpintero, hijo de María… Y se escandalizaban de él” Marcos 6:3

En una visita que hizo Jesús a Nazaret, los asistentes a la sinagoga se sorprendieron al escuchar al Maestro leer de las Escrituras y explicarlas. ¿De dónde tiene éste esta sabiduría? ¿No es éste el carpintero, hijo de María? Preguntaron. También le identificaron como hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón y de dos hermanas. Veían a Jesús solamente como el hijo de María y no hay mención de José. No veían en Él más que el carpintero que había estado trabajando en su taller. No podían explicar como Él tenía tanta sabiduría e inteligencia y enseñanza tan profunda sobre las cosas de Dios.

La Biblia dice que se escandalizaban de Él, es decir, se sentían ofendidos por sus dichos. Le trataban como un cualquiera y ¿quién era Él para estar instruyéndoles como debían vivir? Cuando personas adoptan tal actitud, es un impedimento para poder confiar y obedecer. Fue motivo para desaprobarle y no querer reconocer su autoridad. La conclusión de los asistentes fue injusta y ya que ellos no podían explicar la anomalía de cómo un conocido carpintero ahora es un destacado conocedor de verdades, terminaron rechazándolo. “Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos” (Marcos 6:5). La incredulidad impidió que una obra benéfica de Dios fuera hecha por medio del Señor Jesús.

Jesús había dicho abiertamente “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Marcos 6:4). Con la cita del proverbio Jesús se declaraba profeta. Pero en realidad era mucho más. Al ser bautizado por Juan, “vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11). Cuando la mujer de Samaria conversó con Él, se refirió al Mesías que había de venir. Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:26). Cuando el diablo tentaba a Jesús insinuando que se lanzara del pináculo de templo, Jesús respondió con la misma Palabra de Dios, “Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios” (Lucas 4:21). Muchos textos podrían ser citados para probar que Jesús de Nazaret era mucho más que un carpintero. ¿Quién es Jesús de Nazaret para ti?  –daj

Lectura Diaria:
Levitico 21:1-24 [leer]
/Salmos 124:1-127:5 [leer]
/Marcos 7:24-8:10 [leer]