Moisés es un personaje bíblico de gran importancia. Un evento en su vida cuando tenía cuarenta años puso fin a su vida como “militar en Egipto” y le cambió en pastor y luego profeta y líder en las manos de Dios.

“Por la fe Moisés,… teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”. Hebreos 11:24, 26.

Moisés es nombrado aproximadamente 790 veces en la Biblia. Ocupa un lugar de mucha importancia y su nombre sale en muchos libros de la Biblia. La vida de Moisés se divide en tres distintas etapas, y cada una fue vivida en circunstancias disparejas de las demás. Durante los primeros cuarenta años estuvo en Egipto. Primeramente fue criado por sus padres hasta que fuera entregado a la hija de Faraón en cuya casa recibió una preparación digna de un ahijado de la primera familia de la nación. Como pastor solitario vivió la segunda etapa en Madián, lejos de Egipto. Pasó los últimos cuarenta años vagando en el desierto liderando a un pueblo rebelde hasta conducirlo a la orilla del Río Jordán y desde donde Josué tomó el liderazgo y condujo al pueblo a tomar posesión de la tierra de Canaán.

Antes de morir, Moisés fue llevado por Jehová para ver la tierra de Canaán, abarcando con su vista todo el país del norte al sur. Vio también hasta el Mar Mediterráneo. Ésta era la tierra de la cual Jehová había jurado a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “a tu descendencia la daré”. Debido a una falta en su vida, Moisés no pudo conocer la tierra personalmente. Dios le dijo: “Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá”. Y con esto, “murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab,… Y lo enterró en el valle,… y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy” Deuteronomio 34:6.

Éxodo capítulo 2 relata un episodio en la vida de Moisés que puso fin a la primera etapa, y le llevó a abandonar a Egipto, descrito como un acto de fe: “por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios” Hebreos 11:24-25. A pesar de toda la opulencia de su vida en Egipto, Moisés nunca se olvidó de sus orígenes y “crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas”. Lo aprendido durante los años cuando su madre le criaba, no pasó en vano y unos treinta años más tarde, hizo un viaje para ver a “sus hermanos”. Su situación holgada no borró de su memoria que pertenecía a un pueblo sobre quien Dios había pronunciado grandes promesas, pero un pueblo que vivía gimiendo día y noche por el maltrato recibido en manos de los egipcios. Llegando a donde sus hermanos “observó (Moisés) a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena” Éxodo 2:11-12. Fue un momento crucial en la vida de Moisés. No pudo rehusar que la hija de Faraón le nombrara Moisés que significa “sacado del agua”, y no pudo negar la educación y preparación que le brindaron. Pero ya maduro, toma las riendas de su vida y hace una visita para ver a sus hermanos. Se da cuenta que están sufriendo y sale a defender a un hebreo, matando en el acto al egipcio que le maltrataba. No le importó ser llamado hijo de la hija de Faraón, con todos los privilegios que significaba. Se identificó con el pueblo de Dios, prefiriendo ser un hebreo privilegiado según las promesas de Dios antes de hacer uso de las prerrogativas de ser egipcio. Por fe Moisés vislumbraba el galardón como algo mayor que las riquezas de Egipto. Las riquezas se usan en la vida solamente, el galardón es para siempre. ¿Dónde tiene puesto Ud. su ojo? –DAJ

Lectura Diaria:
2 Samuel 19:9-43 [leer]
/Jeremías 3:6-4:2 [leer]
/Gálatas 4:21-5:9 [leer]