¿Cuántas veces ha dicho Ud., “si solo pudiera volver a comenzar de nuevo”? Como dicen el refrán, no se puede borrar con el codo lo que escribió la mano. La historia del pasado se escribe con tinta indeleble. Por eso, el deseo del salmista debe ser nuestra oración diaria.

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Salmo 90:12.

El tiempo es un vehículo que no tiene marcha atrás. Lleva una velocidad constante marcada en segundos, minutos y horas, y luego días y años. Las hojas del calendario del mes pasado no sirven para planificar nada a futuro. Lo que construimos en el edificio de nuestra vida día tras día queda como algo desmontable. El ejercicio de nuestra voluntad que a veces es muy veloz y eficaz para laborar proyectos y poner en ejecución sus designios, no tiene la facultad de volver al cero para comenzar de nuevo. Si bien es cierto que podemos volver sobre nuestros pasos en un camino, no con ello borramos las huellas.

El Salmista se refirió a la decepción y la frustración que le invadieron cuando se dio cuenta que no pudo hacer que los días regresaran. “Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento” Salmo 90:9. Aún para el salmista los días pasaban rápidos, aunque anticipaba vivir setenta años, o quizás ochenta; “los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos” v.10. Luego expresó un deseo que está en el corazón de muchos, “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” v.12. Algunos piensan que cuando ocurre un fracaso en la vida, pueden intentar de hacer volver los minuteros del reloj. Tratan de reponer las hojas del calendario para regresar del presente al pasado. Piensan que a pesar de todas las dificultades, pueden volver al punto de partida, para emprender una nueva travesía, sin tomar en cuenta que la historia tiende a repetirse y los fracasos continúan ensombreciendo la vida.

Sabemos que no hay retorno posible. El tiempo vuela y el momento dedicado a prestar oído al presente pronto se va. Solamente el recuerdo del pasado queda en la memoria que nos capacita para ayudarnos a tomar decisiones acertadas en futuro. Nos sirve para saber cómo mejor aprovechar los momentos por venir. Ya que no hay marcha atrás en el coche de la vida, necesitamos ayuda para guiar la máquina a través de los caminos que conducen a la felicidad. Ahí no existe el deseo de desmontar el pasado para volverlo a construir. En lo que escribió Pablo el apóstol en su carta a los Efesios, capítulo 5 nos da el secreto para evitar los momentos de remordimiento. “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechado bien el tiempo, porque los días son malos” vv.15-16. Y luego el apóstol entrega una exhortación acertada, “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” vv.17-18. La conmovedora historia del hijo pródigo que se volvió al Padre nos permite ver que él no pudo volver a lo de antes, sino estuvo dispuesto a aceptar el trabajo más humilde para comenzar a vivir el resto de su vida en dulce comunión con su padre. Así es el mensaje del evangelio que indica la necesidad de buscar “a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Isaías 55:6 –daj

 

 

Lectura Diaria:
Exodo 4:1-31 [leer]
/Salmos 34:1-22 [leer]
/Hechos 1:1-26 [leer]