“Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones” Génesis 6:9

Noé agrada a Dios por su fe en Él y en su palabra. “Halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:8). La palabra “perfecto” tiene la idea o noción de algo “completo” o “íntegro”. Entonces, la Biblia nos dice que Noé era un hombre “de una sola pieza”, sin dobleces. Esa fue una exigencia de Dios hacia los de su pueblo Israel, siglos más tarde. Les dice: “Perfecto serás delante de Jehová tu Dios” (Deuteronomio 18:13). No puede ser de otra manera con Dios. Él no exige algo que no esté a su altura, pues Dios es así. Dice Moisés, hablando de Dios: “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él”. El salmista nos declara: “En cuanto a Dios, perfecto es su camino (Salmo 18:30). Ese es el Dios de la Biblia.

En una generación corrompida Noé destaca por su integridad. Tiene que haber sido muy evidente ante los ojos de los demás la forma de vida de este hombre. Según el relato del Génesis 5 y 6, Noé comienza a construir el arca, por mandato de Dios, a los 480 años de vida. Veinte años después nacen sus hijos y él pasa otros cien años construyendo. En total fueron 120 años de obediencia expresa a la palabra de Dios, mientras criaba a sus hijos y sostenía su familia. Entre todo eso, Noé destaca como un hombre justo e íntegro. Eso le distingue de entre sus contemporáneos. Por su conducta, Noé es una advertencia y ejemplo a todo cristiano del tiempo presente que vive una vida sin obediencia plena a Dios, sin mantener fidelidad y pureza como Dios lo demanda.

La integridad es una característica de los hijos de Dios. El mismo Señor Jesús, ejemplo perfecto de obediencia y santidad, puede preguntar “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46). Toda una vida en familia y luego en ministerio público ante su pueblo terrenal mostró que Jesús fue el hombre perfecto. Él pudo decir a los judíos: “No me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Noé vive su vida, miles de años antes, como un verdadero seguidor de Cristo. En su vida y forma de ser nos demuestra que ama a Dios y es un ejemplo de que es posible ser íntegro en medio del mundo perdido. Que su testimonio nos haga meditar y ajustar nuestra vida y actitud en este mundo a una más cercana a Dios y a lo que Él espera de nosotros. rc

 

Lectura Diaria:
Josué 20-21 [leer]
/Isaías 14 [leer]
/1 Tesalonicenses 5 [leer]