Abundan las ideas humanas que luchan contra la doctrina pura del evangelio. Pablo tuvo que luchar contra ellas en su día y nosotros hoy. El antídoto sigue siendo lo mismo: Sólo Cristo Salva.

“Quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro” Colosenses 2:1.

Recibir noticias preocupantes cuando uno está lejos del lugar donde ocurren, siempre intranquiliza. Así ocurrió al apóstol Pablo cuando estaba en la cárcel en Roma. Por su condición de preso, no estaba en libertad de viajar para imponerse de lo que sucedía. Le quedaban dos alternativas. El hizo uso de ambas. Pudo orar a Dios y también escribir una carta para expresar su preocupación. Parece que un consiervo  Tíquico le habría traído noticias de que en Colosas y otros lugares cercanos, falsos enseñadores trataban de introducir enseñanzas reñidas con el evangelio puro que habían recibido. Después de depender de Cristo para ser salvos, estaban en peligro de dar oído a un pensamiento equivocado que decía que con un esfuerzo suyo, se podría avanzar y asegurar su vida espiritual.

Pablo usó de lenguaje cariñoso para aclarar el asunto con los  Colosenses. Dijo “quiero que sepáis” para destacar la importancia del tema. Parece que los destinatarios estuvieran ignorantes del peligro de dar oído a algo nuevo. Con corazón de pastor, Pablo quiere guiar a la grey para que no caiga en el error. Tiene preocupación por los creyentes. Les informa que él estaba orando por ellos y usa la figura de un conflicto como en las olimpiadas para enfatizar cuán importante era el asunto. Quería que supieran de “cuán gran lucha sostengo por vosotros”. Aunque estaba a gran distancia de ellos, luchaba por medio de la oración en la esfera espiritual para que el enemigo no ganara ventaja. En su carta Pablo indicó como podrían evitar ser engañados. Hay cuatro defensas que sirven.

La primera defensa fue ser consolados en sus corazones. Deben encontrar su gozo, satisfacción, y seguridad en lo ya habían creído de Cristo el Salvador. En vez de buscar algo adicional de los hombres, deben conformarse con lo que tenían ya en Cristo. En segundo lugar, ser unidos en amor. Pablo usó un expresión similar en su carta a los Efesios  usando el cuerpo físico como un ejemplo pues el cuerpo humano “es bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” Efesios 4:16. La práctica de amor mutuo compacta o une todos en un mismo sentir. Al  introducir ideas nuevas, hay desunión. Al seguir las recomendaciones de Pablo, los hermanos llegarían al tercer ítem de defensa, poseer “todas las riquezas de pleno entendimiento” Colosenses 2:2. Tal entendimiento convencerían a los hermanos que en Cristo tenían todo. Esta convicción les harían “conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”. Las doctrinas erróneas afectan la vida cristiana real. La distorsión de la verdad espanta y Pablo lo sentía en el alma. Sostuvo una lucha por la condición espiritual de los colosenses. La doctrina de Cristo es el único antídoto, adecuado para toda duda. Cada uno debe preocuparse por los otros creyentes para que no caigan en su fe. A veces significa sentir en lo más profundo lo que otros hacen. Que todos sepan que en Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la  Deidad,  y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” Colosenses 2:9-10. –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 15:1-35 [leer]
Isaías 54:1-17 [leer]
Romanos 1:18-32[leer]