Servir a Dios es el más alto privilegio que un ser humano pueda aspirar. De hecho, servir a Dios es parte del llamamiento que detectamos en el evangelio. Es una forma de adornar la doctrina.

“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”. Efesios 4:1.

La carta escrita por el apóstol Pablo a los Efesios tiene dos secciones. La primera abarca los capítulos uno a tres y menciona diferentes doctrinas. La segunda comprende los capítulos cuatro a seis y destaca ciertos preceptos prácticos de la vida cristiana. La doctrina conocida y creída debe tener un efecto práctico en la vida. Cuando Pablo escribió a Tito acerca del comportamiento de los siervos destacó que deben trabajar “no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.” Tito 2:10. Adornar la doctrina es vivir la verdad y así hacerla atractiva. Vivir de esta manera es como ponerse un ornamento que destaca calidad y carácter.

Pablo terminó la sección doctrinal con lo que se llama una doxología o una invitación para dar gloria a Dios, “a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” Efesios 3:21.  Los miembros de la iglesia deben ser los “instrumentos” usados por el Espíritu Santo para traer gloria a Dios. Con su forma de ser, los que son de Cristo deben ser vistos manifestando las mismas virtudes de su Señor. Pablo no ordena, sino con ternura ruega a los Efesios a responder a la doctrina enseñada manifestando que en realidad Dios es su Padre y Cristo es su Salvador. “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” v.1. El uso de la palabra “andar” deja establecida la figura de alguien que está activo como cristiano y progresa, avanzando en su desarrollo como seguidor de Cristo. ¿Acaso los conocidos suyos saben por su manera de ser que Cristo es su Señor y Salvador?

La forma de andar en el camino de la vida cristiana no es dejada al criterio de la persona que ha creída en Cristo. Antes bien, el andar debe ser “digno de la vocación con que fuisteis llamados” v.1. Hemos respondido a los términos del llamamiento detectado en el evangelio escuchado.  Cuando Jesús llamó a los primeros discípulos, les dijo: “venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” Mateo 4:19. Los discípulos sabían que es lo que esperaba el Señor de ellos. Saulo y su compañero Bernabé recibieron una llamada para salir como misioneros: “dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” Hechos 13:2. Los dos sabían de la vocación a que fueron llamados. El llamamiento cristiano es el honor más elevado concedido al hombre. Hay privilegios, bendiciones, y honores en responder al ruego de Pablo.  Es comportarse según lo que la gracia de Dios ha hecho en nosotros. Somos responsables de auto examinarnos para saber cómo andamos. Dios “nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” 2 Timoteo 1:9. El comportamiento nuestro revela nuestra identidad como siervos de Jesucristo. No debemos olvidarnos del “ruego” Pablo. –daj

Lectura Diaria:
1 Reyes 4-5 [leer]
/Jeremías 12 [leer]
/Efesios 5:1-21 [leer]