La primera carta de Pablo enviada a una iglesia fue la enviada a Tesalónica. Escribió desde Corinto después de saber que Silas y Timoteo de cómo los creyentes continuaban en la fe. Lea de ello.
“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.” Hechos 17:1.

Tesalónica en el país de Grecia es una ciudad importante hoy como fue cuando Pablo el apóstol la visitó. Desde más de tres cientos años antes de su llegada era ciudad principal por su lugar estratégico, siendo puerto y centro comercial a la vez. Su importancia bíblica se debe a varias facetas. Fue la primera ciudad que recibió una carta de Pablo y la segunda ciudad de Europa que recibió el evangelio. El apóstol tuvo que alejarse cuando los judíos de Tesalónica comenzaron una férrea oposición en su contra. La carta a los Tesalonicenses contiene varias referencias a la venida del Señor que sirve para consolar a los creyentes e instruirles referente a la resurrección de los muertos. La carta fue escrita desde Corinto en el año 51 después que Silas y Timoteo le trajeron noticias de cómo la obra en la ciudad de Tesalónica había seguido después de su partida.

Tesalónica fue la segunda ciudad de Europa que recibió la visita de Pablo y sus compañeros. Ellos habían ido primero a Filipos y tuvieron el gozo de ver a ciertos filipenses salvados por la gracia de Dios. Hubo problemas y Pablo y Silas fueron encarcelados. Después de recobrar su libertad de la cárcel, los mismos magistrados pidieron a estos intrépidos siervos del Señor a abandonar a Filipos, En vez de volver a Troas desde donde habían venido antes de llegar a Filipos, se dirigieron hacia el oeste por el Camino Egnaciano, la famosa y milenaria “carretera” mantenida por los romanos. Pasando por Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica.

En Tesalónica Pablo siguió su costumbre de predicar a los judíos primero. Durante tres fines de semana, asistía a la sinagoga pero no para sentarse a escuchar. “Discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo” Hechos 17:2-3. La diferencia entre un auditorio judío y uno pagano fue que los judíos tendrían conocimiento de las promesas hechas por Dios acerca del Mesías. Llevar el evangelio a los que ignoraban las Escrituras presentaba un desafío mayor, aunque Pablo era capaz de hacerlo. Su prédica en el Areópago comprueba su sabiduría. (Hechos 17:22). De todos modos, siendo el auditorio judío o griego, el mensaje para ambos era igual. Cristo Jesús, el Hijo de Dios es el Salvador que murió, fue sepultado y resucitó y luego vendrá a buscar a los que hemos puesto nuestra fe en Él. ¿Se incluye Ud. en esta grata esperanza? –daj

Lectura Diaria:
1 Cronicas 7 [leer]
/Ezequiel 10 [leer]
/Juan 2:23-3:21 [leer]