Repentinamente a la vida de cualquier persona puede venir un trance que le deja preocupado. ¿En qué va a confiar para saber cómo reaccionar? El creyente en Cristo sabe a qué debe echar mano, pues como hijo de Dios tiene la misma Palabra de Dios para fortalecerle.

 

La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Hebreos 4:12

 

Cuando la salud de uno requiere atención médica, es siempre con algo de aprehensión que va a la consulta. Los facultativos quieren estar seguros de sus diagnósticos y por esto piden exámenes de diferentes tipos. Muchas veces leemos los resultados con interés viendo los límites que indican la cifra aceptable pero es el mismo médico quien sabe interpretar los resultados para saber cómo proceder. Un día, la esposa de un hermano llegó a la casa con los resultados de una biopsia y preguntó a su marido por sus impresiones con relación al resultado. “Están buenos” dijo él en forma optimista, pero el resultado fue todo lo contrario. Una enfermedad que había sido tratada diez meses antes había invadido su sistema de nuevo. En momentos de descubrir una noticia como esta, muchos son los pensamientos que se pululan en la cabeza pues el futuro se pone sombrío. Para el cristiano, son experiencias como la descrita que ponen a prueba la fe. Hablamos de la fe que nos sostiene y del Señor que nos acompaña y en cuyo poder confiamos. Cuando lo que se ha dicho con palabras hermosas de repente tiene que ser aplicado a la vida real, uno busca algo firme en qué poner los pies.

 

Los amigos y los familiares expresan su preocupación por la salud del afectado y ofrecen sus deseos de una pronta mejoría. Son palabras halagüeñas y animadoras y el enfermo las aprecia. Pero necesita algo más firme que una expresión de un parabién. Es precisamente el momento en que el valor de la Palabra de Dios es apreciada, pues “La palabra de Dios es viva y eficaz” Hebreos 4:12. La Biblia es una roca firme en que uno fundamenta su fe. Ella revela que nuestra vida está en las manos del Padre y del Hijo, quien dijo “yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” Juan 10:28-29. No hay mejor lugar de protección, en las manos del Padre y del Hijo.

 

El hombre que recibió la noticia de la biopsia compartió su situación con la familia y una hija le sugirió que leyera el Salmo 16 para confiar en el Señor. Le parecía que las expresiones del salmista fueron escritas para él y las hizo suyas. “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. … No hay para mí bien fuera de ti. … Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa. Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré a Jehová que me aconsejaA Jehová he puesto siempre delante de mí. Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma. Mi carne también reposará confiadamente…  Me mostrarás la senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo. Delicias a tu diestra para siempre”. Reconocemos que Dios ha dotado a los médicos con conocimientos especiales para saber el mejor tratamiento en cada caso. Por eso, los hermanos que sufren tienen su fe puesta en la sabiduría de Dios que permite ciertas situaciones en la vida y confían en la integridad de los doctores para actuar bien. Ellos pueden ser los medios que Dios use para efectuar su voluntad y devolver al enfermo al nivel de salud deseado para poder servir y adorar a Dios. La persona que así confía se tranquiliza pues comprueba que “La palabra de Dios es viva y eficaz” –DAJ

 

Lectura Diaria:
1 Samuel 3 [leer]
/Isaías 46 [leer]
/2 Corintios 6:11-7:16 [leer]