El sentimiento de David en el Salmo 136 parece hallar su echo en las palabras de Pablo en Romanos 8. La misericordia y el amor son dos ingredientes que requerimos en la vida para vivir felices y seguros bajo el cuidado de nuestro amante Dios. Todo lo que Dios hace lleva el sello de la eternidad. Cuando nos salva, nos da “vida eterna.” Se revela a través de su “poder eterno.” Romanos 1:20.

Con referencia a nuestra vida, Dios actúa “conforme al propósito eterno”, Efesios 3:11. Después de soportar esta leve tribulación momentánea, entraremos a disfrutar de la “cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17). Dios advierte que los que no creen irán al “fuego eterno,” “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9). Toda criatura debe darse cuenta que en todo momento, tratamos con el Dios eterno. —daj

 

Lectura Diaria:
2 Reyes 18 [leer]
/Jeremias 51:25-64 [leer]
/1 Timoteo 2 [leer]