Hemos dicho desde el comienzo de esta serie que al hablar de Navidad, consideramos el hecho de la venida del Hijo de Dios en su conjunto. Incluye su nacimiento, ministerio, pasión, angustia y muerte, como él mismo dijera: “El Hijo del Hombre… vino para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Esta es la Navidad que celebran los creyentes, su nacimiento en la perspectiva de la cruz.

Nazaret pasó por alto la Navidad. Era un pueblo sencillo y no tan cercano a Belén. No tenía buena reputación (Juan 1:46) y aun así fue el hogar de José y María, y donde creció Jesús y vivió su vida perfecta delante de todos. Sin embargo ellos le ignoraron completamente. Un día determinado Jesús fue como de costumbre a la sinagoga. Allí leyó lo siguiente:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” –Lucas 4:18-19

 

Después de leer les declara algo extraordinario: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:21). Esto es notable. En ese mismo momento se está haciendo realidad una profecía centenaria, mesiánica, trascendental. ¿Cuál fue la reacción de sus vecinos?:

“¿No es éste el hijo de José?” (Lucas 4:22)

Quienes mejor le conocían no vieron quién había estado realmente delante de ellos. No fueron capaces de discernir la presencia santa, apartada, celestial del “hijo de José”. El capítulo termina con los suyos tratando de matarle. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). ¿Cuál era el problema? –familiaridad.

Le conocían demasiado bien. Le conocían tanto que no podían creer que fuese alguien especial. Familiaridad combinada con incredulidad es una mezcla fatal. Dondequiera que haya personas que hayan conocido el evangelio, la Biblia y el nombre del Señor desde pequeños, está este peligro. Las historias se conocen demasiado bien, las parábolas, los milagros, las batallas, los personajes. Todo es familiar, demasiados sermones, demasiadas clases, demasiados estudios bíblicos, demasiado expuestos a la verdad. Se conoce toda la historia de la venida del Señor pero se rechaza a Cristo. ¿Será este su caso? Vuélvase de su incredulidad y su falsa cercanía con el Hijo de Dios, recíbale como su Señor y Salvador, crea en su nombre, y será un verdadero creyente, un verdadero hijo de Dios. No pase por alto la Navidad como los de Nazaret, reconozca a Cristo. – rc

Lectura Diaria:
Nehemías 1-2 [leer]
/Daniel 11:21-45 [leer]
/Apocalipsis 7 [leer]