Fue el deseo del apóstol Pablo que los cristianos en Efeso tuviesen un entendimiento cabal de las maravillas de la gracia de Dios. Miremos un ejemplo acerca de esto.

“No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones” Efesios 1:16

Pablo les contó en una carta que estaba orando por ellos. Les dijo que su oración era para que fuesen “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, (de lo que Dios ha hecho por medio de su gracia,) y de conocer el amor de Cristo” (Efesios 3:18, 19ª). Qué lindo deseo tuvo este insigne apóstol, y no se limitaba a pedir esto a favor de los santos en Efeso solamente, sino también por todos los Cristianos a travéz de los siglos. Esto nos incluye a nosotros también. Me parece que vamos a necesitar no solamente el tiempo disponible aquí en el mundo, sino toda la eternidad también para llegar a comprender algo de la grandeza de Dios.

Se cuenta de una mujer guardia que había trabajado por cincuenta años ya en el famoso Parque Nacional de Yosemite en los Estados Unidos. Un día, una turista se le acercó y le consultó si acaso ella, como experimentada guardián del parque, podría sugerirle cómo usar  mejor una hora de su tiempo para ver todo lo que había en el lugar. El Parque Nacional de Yosemite es muy grande, y tiene muchos lugares interesantes y bellísimos. Con un rostro representando tristeza, la vigilante le contestó: “Señora, si yo tuviera nada más que una hora para pasar aquí en Yosemite, iría a sentarme a la orilla del río y creo que me pondría a llorar”. Esta turista tuvo que aprender que es imposible ver en un corto tiempo todas las maravillas que hay en ese lugar tan especial. Y si esto ocurre con la naturaleza, ¿qué podemos decir acerca de las verdades divinas? Los misterios divinos y el amor tan grande de Dios no son para ser comprendidos en una hora, ni una semana, ni un mes. Ni aún durante una vida entera. Cuando uno se convierte en hijo de Dios, recién ha comenzado a conocer al que le salvó y jamás dejará de admirarse de la grandeza de nuestro amante Dios.

Él que escribe ya lleva varios años conociendo al Señor y mientras ha habido ciertas cosas en la vida que me han aburrido, el afán por conocer a Dios nunca aburre. Antes bien, cada cosa nueva que descubro me motiva a seguir adelante. La experiencia de conocer a Dios se torna más maravillosa con cada paso que doy en el camino de la fe. Pablo no habría sido inspirado para escribir este deseo si no hubiera habido posibilidad de alcanzar a vislumbrar algo de la grandeza de Dios. Queremos hacer eco de las palabras de Pablo y desear lo mismo para ustedes. Nuestro objeto es dirigir vuestra vista a Cristo para que lo aprecian. Vale la pena estudiar las Escrituras para que seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, (de la gracia de Dios), y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis (seamos) llenos de toda la plentiud de Dios” (Efesios 3:18, 19). —daj

 

Lectura Diaria:
2 Cronicas 8-9 [leer]
/Ezequiel 33 [leer]
/Juan 12:20-50 [leer]