Nos admiramos de los mártires que no flaquearon en su fe cuando tuvieron que responder ante sus opositores. Policarpo fue uno de los mártires en los comienzos de la iglesia. Sus palabras en respuesta al magistrado son memorables. Lea de ellas.
“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Apocalipsis 2:10.

El apóstol Juan murió alrededor del año 100. La fecha exacta es desconocida. Dejó cinco escritos valiosos para la edificación del pueblo de Dios, El evangelio que escribió es diferente a los otros tres. Destaca grandes verdades referentes a Jesús, el Hijo de Dios. Luego hay tres cartas, y Juan fue el escogido para escribir el último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis. Parece que al área donde Juan terminó su ministerio fue en Asía Menor, hoy día el sector donde está Turquía. Su afán buscaba instruir a sus hermanos en la fe relatando las experiencias de su vida como apóstol de Jesucristo. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. 1 Juan 1:3-4

Un hombre que recibió conoció a Juan fue Policarpo, nacido alrededor del año 69. Vivió en Esmirna y aprendió mucho escuchando a Juan. Llegó a ser un gran enseñador y los historiadores dicen que su vida fue un reflejo de su maestro. Era hombre de espíritu noble, lleno de ternura, pero inflexible en su posición contra el error. Era anciano de la iglesia en Esmirna y esta iglesia es mencionada en Apocalipsis 2:8-10. Los creyentes sufrían persecución y del Señor recibieron palabras de animación: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. SÉ FIEL HASTA LA MUERTE, y yo te daré la corona de la vida”. Algunos tuvieron que enfrentar la muerte peleando con bestias silvestres y otros por ser pasados por el fuego. Policarpo era uno que los enemigos buscaban. Los hermanos le persuadieron a escapar para refugiarse en una casa del campo.

Policarpo pasó el tiempo orando. Escribió una carta a la iglesia y dijo haber soñado que su almohada estaba incendiada. Interpretó el sueño como una advertencia que “voy a ser quemado vivo”. Se fue a otra casa de campo pero cuando los perseguidores no lo encontraron, torturaron a dos niños esclavos y uno reveló el paradero de Policarpo. Un día viernes la policía fue en busca de él. Policarpo pudo haberse escapado pero ya avanzado en edad, no quiso hacerlo. Dijo: “sea hecha la voluntad de Dios”. Salió a encontrarse con los perseguidores. Conversó amablemente con ellos y les invitó a comer. Mientras comían, oró recordando a muchos de los que había conocido y en forma especial oró por la iglesia de Cristo en el mundo. Luego le llevaron preso.

El magistrado ordenó a Policarpo a renunciar a Cristo para jurar obediencia al Emperador César como Señor. Policarpo dijo sencillamente, “Durante ochenta y seis años he servido a Cristo el Señor, y nunca me ha hecho algún daño. ¿Cómo podría yo blasfemar a mi Rey que me salvó? Usted me amenaza con el fuego que quema por una hora y se apaga; pero Usted no sabe nada del fuego del juicio que ha de sobrevenirle, y es fuego de castigo eterno que nunca se apaga. Pero ¿por qué se demora? Venga y haga lo que quiera conmigo.” Policarpo fue uno de los últimos cristianos que murió, habiendo conocido personalmente a uno de los apóstoles. Murió el 23 de febrero, 155. Fue fiel hasta la muerte. –Basado en relatos históricos/daj.

Lectura Diaria:
Éxodo 17:1-16 [leer]
/Salmos 55:1-23 [leer]
/Hechos 9:32-43 [leer]