Hay tanto sufrimiento en el mundo. La televisión muestra escenas impresionantes de personas que sufren. Uno se siente impotente para poner atajo a lo que sucede y sentimos el dolor ajeno. Pero uno mismo también sufre y nos preguntamos, ¿hasta cuándo? La Biblia nos responde.

“Cantad a Jehová, vosotros sus santos, Y celebrad la memoria de su santidad” Salmos 30:4

 

Hay personas que están sufriendo, algunas con dolores en el cuerpo, otras con pena en el corazón. Muchos se preguntan por qué y oran al Señor para que les alivie, y parece que ninguna respuesta llega. Ténganse fe y paciencia, sabiendo que las cosas de la vida son permitidas para que aprendamos lecciones valiosas. El Salmo 30 tiene algo que enseñarnos. Los estragos del pecado en nuestro “tabernáculo terrestre” nos causan mucho dolor. Gracias a Dios por la ciencia médica que ha descubierto alivios por nuestras dolencias, pero con todo, no las pueden aliviar en forma permanente. No nos pueden dar un cuerpo nuevo. Solamente a través del Cristo resucitado podemos tener un cuerpo nuevo. Por la obra completa hecha por Él, los cuerpos de los suyos serán transformados. Los que ya están con el Señor recibirán un cuerpo nuevo cuando Cristo venga, y en el mismo momento, los que estemos con vida seremos transformados. Mientras tanto, Dios provee la gracia necesaria para esperar aquel día feliz.

 

El Salmo 30 contiene acciones de gracias dirigidas a Jehová por David. Parece que fue escrito en la ocasión cuando fue dedicada una casa. David promete glorificar a Jehová por haber sido exaltado, o ensalzado. Cada creyente reconoce que Dios le levantó del hoyo de la iniquidad. Y cuando estábamos lejos, Dios nos alcanzó y nos ha hecho cercanos. De haber sido hijos del diablo, nos ha dado el privilegio de ser hijos suyos. En particular, David reconoce la protección que había recibido frente a los enemigos porque no fueron permitidos alegrarse de él. Múltiples son las protecciones que Dios provee para los suyos, evitando que el enemigo cante victoria. David reconoce en el verso 2 que de una enfermedad había sido sanado. En vez de conducirle a la muerte, la enfermedad perdió su poder, y David reconoce que su recuperación equivalía a recibir vida, “para que no descendiese a la sepultura” v.3. Esto es motivo de alabar a Dios y el Salmista invita a los santos a cantar a Jehová. ¿No es cierto que cuando vemos la buena mano de Dios en nuestra vida, tenemos ganas de cantar alabanzas a nuestro Dios? No solamente celebramos su poder en cuidarnos, sino también celebramos “la memoria de su santidad”.

 

Cuando hablamos de la santidad de Dios, no solamente nos referimos a su carácter santísimo, sino que en todas sus acciones solamente tiene móviles puros. No hay ningún propósito maligno en todos sus tratos con nosotros. Cuando Dios permite experiencias difíciles en nuestra vida, naturalmente preguntamos por qué. Si son permitidas como un despliegue de su santidad frente al pecado, podemos decir con el Salmista que “por un momento será su ira” y luego “su favor dura toda la vida” (v.5). Gracias a Dios, no nos deja a medio camino. Su favor nos acompaña siempre. La última parte del verso contiene una gran verdad; “Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría”. Seguramente David había llorado cuando sufría bajo la mano de Dios, pero experimentó la alegría a la mañana siguiente. Actualmente estamos en la noche cuando impera el pecado, la maldad, el rechazo, y lloramos al ver tanta infidelidad y los compromisos deshechos. Lloramos ante la rebeldía de la juventud, y la venganza en sus diferentes formas. Lloramos por que vivimos en un mundo de dolores, dolores físicos y espirituales. Pero ya viene la mañana gloriosa. Ya viene Cristo y brillará la mañana con el fulgor de su gloria y santidad. Estaremos con El con cuerpos nuevos, ya quitados de esta escena de maldad y enojo. Para nosotros, será una gloriosa mañana cuando lleguemos al cielo y estaremos con Él para siempre. –DAJ

 

Lectura Diaria:
2 Cronicas 21-22 [leer]
/Ezequiel 40 [leer]
/Juan 17 [leer]