Cuando el Señor Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el río Jordán, el Espíritu Santo vino sobre Él, mientras que desde el cielo el Padre pronunciaba las palabras, “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” Mateo 3:17. Esto vino después de una conversación entre Juan Bautista y el Señor Quien insistió en que Juan le bautizara.

 

Con Cristo estoy juntamente crucificado,… el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20

 

Durante los treinta años desde su nacimiento, el Señor Jesús crecía en estatura y sabiduría como cualquier ser humano. Aprendió el oficio de la carpintería, y vivió una vida tranquila en Nazaret. Hubo una característica personal suya, que seguramente llamaba la atención a los que le conocían; tuvo un desarrollo humano personal totalmente libre de cualquier debilidad que todas las demás personas. Su santidad personal fue insólita, y seguramente se comentaba su vida tan singular entre los familiares. ¿Fue por eso que Juan el Bautista se negaba a bautizarle, prefiriendo que Jesús le bautizara a él? Seguramente fue porque reconoció un nivel de santidad en Jesús superior a todo otro ser humano.

 

Si Juan Bautista bautizaba a los pecadores que se acercaban a él de diferentes partes sin manifestar ningún problema,  ¿por qué a Jesús se opuso? Hay una sola respuesta adecuada — Jesús no tuvo pecados de que arrepentirse. El Señor Jesús insistió con Juan, pues quiso identificarse así con el pueblo. Pero hay algo más en este hecho, Jesús quiso identificarse voluntariamente con los pecadores como lo haría tres años más tarde al morir en la cruz. Para que el pecador fuera limpiado, estuvo dispuesto a dar su vida en la cruz. No fue necesario que Jesús fuera bautizado porque no tuvo pecado. No fue necesario que Jesús fuese a morir tampoco, porque no tuvo pecado. Pero lo hizo voluntariamente tomando el lugar del pecador, muriendo en su lugar. Así que, su insistencia en ser  bautizado fue un símbolo de lo que haría tres años más tarde al entregarse a morir por nosotros en la cruz.

 

La Biblia lo explica con estos términos. “Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él” 2 Corintios 5:21.La vida del Señor fue sin pecado. Los sacrificios que eran ofrecidos a Dios y mencionados en el Antiguo Testamento tenían que ser sin defecto. Así Dios nos hace entender que solamente lo perfecto podría servir para perdonar el pecado. Juan Bautista sabía que Jesús no tenía defecto pero le bautizó pues Cristo insistió en vista del sacrificio que Él daría de sí mismo. Jesús no conoció pecado pero voluntariamente se identificó con nosotros pecadores para tomar el lugar nuestro y conseguir eterna salvación. ¿La disfruta Usted? –daj

 

Lectura Diaria:
Números 18 [leer]
/Proverbios 15 [leer]
/2 Pedro 2 [leer]