Mientras vivimos en este mundo existe la posibilidad de pecar. Uno trata de evitar el pecar pero si ocurre, hay que tener cuidado de no mentir acerca de él. Lea de eso.
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.” 1 Juan 1:8.

Jorge Campbell se había convertido a Jesucristo. Experimentó un cambio radical en su vida pues había probado mucho del pecado antes de los 25 años de edad. En Portland, Oregón, iba a embarcarse como tripulante en un barco carguero pues estaba desilusionado con la vida. Mientras servía de barman en un club exclusivo adonde acudían las estrellas de Hollywood, escuchó a una mujer de situación holgada decir que la vida no valía la pena vivir. Jorge pensó que si alguien como ella no estaba satisfecha, ¿Qué más hay? Por un problema con sus papeles para embarcar, el barco partió sin él. Decidió visitar a un tío “religioso” en Vancouver, Canadá. Cuando llegó a visitar a sus parientes, le informaron que todos en casa tenían que ir a reuniones evangelísticas que dos predicadores celebraban en al local evangélico. Jorge se sintió comprometido de ir pues no tenía dinero y vivía a expensas de sus tíos. Jorge escuchó el evangelio, sintió compungido cuando hablaban del pecado y para su alivio, aprendió que en Cristo Jesús había perdón. Le aceptó como Salvador y su vida tuvo un vuelco notable. Le gustaba ir a las reuniones para aprender más del amante Señor que le amó tanto que murió por él en la cruz, pero que estaba vivo, habiendo resucitado.

Jorge consiguió trabajo en una gran tienda y disfrutaba de la comunión cristiana con un amigo llamado Hugo. Jorge era bueno para trabajar. Disfrutaba de lleno de su nueva vida en Cristo y se deleitaba leyendo su Biblia y viviendo una vida diferente. Un día mientras arreglaba unas cajas de zapatos, uno cayó encima de su pie. Su reacción fue usar el nombre de Dios en vano como cuando era inconverso. Se quedó atónito por su dicho y tan pronto que llegó a la casa en la noche, se fue a su dormitorio para no conversar con nadie. Cuando su tío preguntó el por qué, le dijo que había perdido la salvación, porque había cometido el pecado de usar lenguaje inconveniente. Jorge pensaba que estaba libre de pecar y no tenía pecado. Cuando el viejo hombre se encargó de su boca, fue una sorpresa para él.

Juan el apóstol anticipó que alguien podría decir que no tenía la capacidad de pecar una vez que hubiera creído en Cristo. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” 1 Juan 1:8. Habiendo inferido que los mentirosos son hipócritas, Juan habla de la posibilidad de que uno podría engañarse diciendo que no tiene pecado. Claramente explica que la falta de conocer la verdad es la que lleva a la persona a decir esto. La verdad es que mientras estamos en este cuerpo, nadie está libre de pecar. Es por eso que Juan va a enseñar sobre lo que hay que hacer cuando uno está consciente de haber pecado. Juan quiere que los creyentes no se engañen sino que enfrenten la verdad. Cada uno tiene una lucha constante contra el pecado y solamente el poder de Dios nos puede hacer salir vencedores. Si uno peca, Dios espera que su hijo reconozca su pecado pues Él está dispuesto a perdonar. Los cristianos no son Perfectos, pero sí, Perdonados. –daj

Lectura Diaria:
Levitico 4:27-5:13 [leer]
/Salmos 104:1-35 [leer]
/Hechos 27:1-26 [leer]