Entre los atributos de Dios está su autoridad para perdonar el pecado y todo sobre la base de lo que la obra de Cristo en la cruz y su resurrección. Lea acerca de cómo se obtiene el perdón.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9.

El pecado en la vida de cualquier persona es un problema muy grande. Es la causa de la condenación pronunciada por Dios. Dijo Él: “El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” Ezequiel 18:20. Cada cual tendrá que responder por su propio pecado. No hay vuelta que darle. Lo que hace que la muerte sea tan temible es el pecado. Si no hay pecado, no hay muerte. Si hay pecado, la muerte es inevitable. Pablo lo puso así, “el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley” 1 Corintios 15:56. La picada del pecado es como el veneno que produce la muerte en nosotros. Si hubiera alguna persona inocente, no tendría temor a la muerte. Si no hubiera ley que la persona hubiese transgredido, el pecado no tendría aguijón. Pero la Biblia dice tajantemente: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3:23.

El pecado sería un problema muy grande si no fuera por la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. El evangelio declara que hay perdón por medio de él. Hay libertad de la condenación para los que confían en Jesús como en su Salvador. La Biblia dice: “ahora, pues, NINGUNA CONDENACIÓN hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús ME HA LIBRADO de la ley del pecado y de la muerte” Romanos 8:1-2. Ahí está la solución al problema del pecado. A través de Cristo Jesús, quien sufrió la pena del pecado, podemos ser librados del pecado y declarados aceptables (justificados) delante de Dios.

Pero el pecado continúa siendo un problema en la vida de una persona ya salvada. Judicialmente está perdonada. No obstante, mientras viva en el mundo, el peligro de pecar está latente. Aunque no quisiera pecar, hay deslices y ¿qué hay que hacer? He aquí la respuesta divina: “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9. La palabra CONFESAR significa “decir lo mismo junto a otro”. Cuando Dios declara que lo que uno hace es pecado, aceptamos su veredicto, o sea, estamos de acuerdo con Él. Al declarar nuestra culpa, así uno confiesa su pecado. Es reconocer que el pecado cometido fue contrario a la santidad de Dios. ¿Y cuál es la actitud de Él? Es FIEL a su promesa de aceptar al pecador que viene en el nombre de Cristo. Es JUSTO pues no requiere más de lo que Cristo ya ha hecho para que el pecado sea perdonado. El efecto es ser limpiado para continuar sirviendo a Dios, ejerciendo cuidado de no pecar otra vez. Pero si peca, en Cristo tenemos nuestro Abogado y por nuestra parte, Dios espera que confesemos lo hecho. –daj

Lectura Diaria:
Levitico 7:11-38 [leer]
/Salmos 107:1-43 [leer]
/Hechos 28:17-31 [leer]