Lea acerca de la diferencia entre el hijo de Dios y el hijo del diablo.
“Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.” 1 Juan 2:11.

¿En qué se ve la diferencia entre los hijos de Dios y los hijos del diablo? Los unos son descritos como los que andan en la luz mientras los otros andan en las tinieblas. Hay ciertas características que marcan los hijos de luz. Igualmente los que andan in tinieblas se conocen por ciertas características suyas. En la sección que abarca los versos 3 al 11 de 1 Juan 2, el apóstol deja muy en claro las diferencias. Los que conocen a Dios y que son sus hijos guardan sus mandamientos, v.3. El amor acompaña el guardar de sus mandamientos y se ve desarrollándose, indicando que la persona está respondiendo a la verdad puesta en ella. v.5. Esta verdad le lleva a imitar a su Señor pues “debe andar como él anduvo” v.6. El hijo de luz es instruido por lo que aprendió desde el principio, es decir, hay que modelar la vida para demostrar que la vida de Cristo está presente. Paulatinamente “las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”, o sea, hay crecimiento sostenido como ocurre cuando los tenues rayos del sol salen en la mañana y siguen con creciente fuerza hasta llegar a su punto meridiano, v.8. El hijo de luz ama a su hermano y no causa daña a otros, v.10.

Los que son de las tinieblas no guardan los mandamientos del Señor, y si uno dice que le conoce “el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” v.4. “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas” v.9. El verso de cabecera es tajante: “el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.” Como la persona que camina en la oscuridad no puede ver dónde anda ni los peligros que hay, son las mismas tinieblas que le mantienen en ignorancia.

Aborrecer es la palabra detestar, o mirar con malos ojos al prójimo. Al que aborrece no le importa dañar a otro pues no le importa su bienestar. Timoteo fue excepcional y Pablo dijo: “a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros” Filipenses 2:20. El amor es la insignia del verdadero discípulo de Cristo. ¿La tiene puesta? –daj

Lectura Diaria:
Números 26:52-27:23 [leer]
/Proverbios 23:12-35 [leer]
/Lucas 1:57-80 [leer]