Tres son los enemigos que buscan robar al creyente de su bienestar espiritual. Lea acerca de ellos.
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” 1 Juan 2:16

El cristiano en que el amor del Padre reside halla que hay tres enemigos que buscan apagar el ejercicio de este amor. La misma naturaleza pecaminosa en uno es un enemigo. En segundo lugar, Satanás trata de distraer y tentar al creyente en Cristo. El tercer enemigo es el mundo mismo que ofrece placeres y logros diseñados para desviar al individuo de entregar su devoción y afecto al Padre y al Señor Jesucristo en el poder del Espíritu Santo. “NO AMÉIS al mundo, ni las cosas que están en mundo” fue la exhortación en el verso 15. El verso 16 amplía el pensamiento y explica por qué.

El amor por algo o por alguien lleva a la persona a entregarse al objeto en que tiene puesto su afecto. Todo lo que el mundo promete es para gratificar la parte sensual del hombre. El encanto que ofrece es temporal y termina dejando al individuo defraudado y buscando otra emoción más fuerte que la anterior, y nunca llega a una satisfacción completa. Los que consuman drogas confiesan que la euforia que experimentan es de corta duración y crea el apetito para conseguir más. Nunca deja de demandar cada vez más hasta transformar a su víctima en adicto. LOS DESEOS DE LA CARNE son los deseos sensuales que requieren practicar la inmoralidad para satisfacer los instintos. LOS DESEOS DE LOS OJOS se fijan en la ropa más llamativa, en las casas mejor diseñadas, y los muebles más finos y los autos de último modelo. Lo principal es ser visto como una persona de gustos elegantes y de alto refinamiento.

LA VANAGLORIA DE LA VIDA es la que busca honores, títulos, y logros que contribuyen a que uno se sienta importante. La persona que persigue estos beneficios trata de destacarse por encima de los demás. Juan dice que tales cosas “NO PROVIENEN DEL PADRE, SINO DEL MUNDO.” La esfera del Padre es totalmente distinta al mundo que está bajo el control del “príncipe de la potestad del aire” Efesios 2:2. Todo lo que el Padre ama es benigno y su efecto durará por toda la eternidad. Todo lo que el mundo entrega es maligno y los que lo buscan sufrirán pérdida eterna. “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Marcos 8:36. –daj

Lectura Diaria:
Deuteronomio 17-18:8 [leer]
/Abdías [leer]
/Lucas 11:14-36 [leer]