El tema de la vida eterna abarca mucho más allá de lo que nuestra mente finita sea capaz de captar. La aceptamos por fe y Dios se encarga de entregarnos todo lo relacionado a ella. Lea de algunas de las bendiciones.
“Y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” 1 Juan 2:25

En el verso 24 Juan ha mencionado la necesidad de retener lo que hemos oído como ancla para el alma. “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros.” Si lo oído permanece en los creyentes, “también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.” Es un caso de causa y efecto. Juan anima a los destinatarios de su carta a mantenerse firmes y adheridos a la verdad respecto del Hijo de Dios y así disfrutar de las bendiciones contenidas en la vida eterna. No hay otra verdad fuera de la que hay en Cristo que prometa vida eterna. Ninguna otra fuente en el mundo puede fortalecer al cristiano como la verdad de la vida eterna. No significa estar en el cielo en la presencia de Dios solamente, sino es disfrutar ahora todo lo que Cristo nos regala con la vida eterna. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” Efesios 1:3.

La verdad tocante la promesa de la vida eterna no cambia con el pasar de los años. Las doctrinas bíblicas son permanentes y cada cristiano debe adherirse a ellas para permanecer en el disfrute de ellas. Juan el apóstol trata el tema de la vida eterna en diferentes partes de su evangelio. He aquí algunas muestras. “Todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:15. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” Juan 3:16. “Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” Juan 6:40. “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” Juan 6:47. “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” Juan 17:3. La expresión “vida eterna” abarca muchas verdades que afectan a los que hemos creído en Cristo y somos hijos de Dios. Incluye la inmortalidad del ser humano salvado, es decir, nunca estará separado de Dios.

En la resurrección, el hijo de Dios recibe un nuevo cuerpo inmortal. ¡Qué cambio comparado con el cuerpo actual de carne sujeto a la muerte! Será un cuerpo semejante al cuerpo del Señor Jesús, “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” Filipenses 3:21. Una vez en el cielo, el Señor premiará a sus siervos que han sido fieles y los galardones serán suyos para siempre. “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el amor que habéis demostrado por su nombre.” Hebreos 6:10. “Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo” 1 Juan 5:11. ¡Disfrutemos de la vida eterna que Dios nos ha dado! –daj

Lectura Diaria:
Jueces 3:5-31 [leer]
/Isaías 24:1-23 [leer]
/1 Corintios 3:1-23 [leer]