Juan el apóstol enseña que el amor practicado representa un círculo. Comienza con Dios, y es recibido por medio de Cristo. El Espíritu lo derrama en nuestro corazón y luego demostramos este amor a otros quienes dan gracias a Dios. Así el amor es perfeccionado o completado.
“El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.” 1 Juan 2:5.

El verso 4 de este capítulo presenta el caso de alguien que no guarda los mandamientos del Señor aunque dice que es seguidor de Cristo. Juan el apóstol llama a tal persona “mentirosa” y agregó, “la verdad no está en él.” Cuando alguien guarda la palabra de su Señor, es distinto porque la persona que guarda la palabra de su Señor permite que el amor de Dios sea el gran móvil de su vida. Cuando alguien se convierte, halla que tiene un fuerte deseo de compartir las buenas nuevas de salvación con otros. No toma en cuenta que en el pasado, antes de convertirse, no tenía gran interés en conversar con el vecino o la compañera, pero ahora quiere hablar a todos de Cristo. “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron” 2 Corintios 5:14. Si Cristo murió por todos y lo hizo por puro amor, ya sentimos por este mismo amor el deseo de compartir las buenas nuevas con otros.

El cristiano profesa tener el amor de Dios en su corazón. Con su boca testifica de haber sido objeto del amor y “amamos a él porque Él nos amó primero.” Tener el amor de Dios en el corazón se evidencia cuando tal amor es demostrado para con otros. El creyente expone su amor cuando hace cosas por el bienestar del necesitado. También cuando da auxilio a una persona que no tiene con que suplir su propia necesidad. El amor perfeccionado se ve en la disposición de perdonar al que le ha hecho daño, sin exigir que la otra persona sea humillada.

El creyente profesa amar a Dios, y el perfeccionamiento del amor ocurre cuando obedece el impulso del amor de Dios en su corazón. El amor controla las actividades de la vida, y así se completa el círculo del amor. Dios es amor, y cuando el pecador cree en Cristo para la salvación de su alma, el Espíritu Santo derrama este amor en su corazón. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:5. El individuo que responde al Espíritu hace que otros sean hechos objetos de este amor. La persona que lo experimenta da gracias a Dios por haber sido bendecido por Él. De esta manera, guardando u obedeciendo al Señor, el creyente completa el círculo, o sea, lo perfecciona. El amor es activo y de alguna manera se da a conocer. –daj

Lectura Diaria:
Números 4:1-49 [leer]
/Proverbios 1:1-33 [leer]
/Marcos 14:1-26 [leer]