El tema del amor de Dios es un tema inagotable. Las palabras humanas no alcanzan a explicarlo y definirlo en toda su extensión. Respondamos al texto de hoy de MIRAR tal amor.

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.” 1 Juan 3:1.

El capítulo 3 de 1.a de Juan comienza con una orden de mirar la clase de amor que el Padre nos ha dado. La palabra “mirar” es traducida “ver” en el evangelio de Juan 3:3. Allí Jesús informó a Nicodemo que a menos que naciera de nuevo, no podría “VER el reino de Dios”. La palabra significa ver o mirar con los ojos del entendimiento a fin de percibir, captar, entender, apreciar y considerar para poder explicar el asunto a otros. Nicodemo había venido porque estaba intrigado por saber del poder tras los milagros hechos por Jesús. Dijo que “sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” Juan 3:2. Jesús explicó a Nicodemo que a menos que naciera de nuevo, no tendría la capacidad necesaria para entender y explicar los secretos del reino de Dios. En 1 Juan 3, somos llamados a considerar el amor de Dios para poder testificar de él. El mundo no es capaz de hacerlo porque no conoce al Padre. Por eso, no le adora ni le expresa su gratitud. Al contrario, los salvados apreciamos lo que el amor del Padre ha efectuado en nuestras vidas.

“Mirad cual amor” es una especie de desafío retórico que exige una explicación para saber “¿de dónde viene esta clase de amor?” Se usó la misma expresión cuando los atemorizados discípulos despertaron al Señor en medio de la tormenta en Mar de Galilea. Jesús les amonestó por su poca fe y luego reprendiendo “a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” Mateo 8:26. La pregunta que los discípulos se hicieron fue: “¿Qué (clase de) hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” v.27. En otras palabras, dijeron, ¿De qué parte viene Este?” Pedro también usó la palabra diciendo “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” o sea, vuestro andar debe destacarse como si tuviera raíces de otro país y que no se hallaba del mundo. 2 Pedro 3:11.

El amor de Dios es de excelencia superlativa. No tiene su origen en la tierra, pues un amor tan grande no hay en ninguna parte. Es del cielo mismo. “Mirad cual (clase de) amor” que ha hecho posible que AHORA seamos hijos de Dios. Es un milagro que tiene su origen en el corazón de Dios. La única forma de apreciarlo es por conocer a Dios por medio del Señor Jesús. El mundo no entiende a los cristianos por su manera de ser pues se esfuerzan por vivir una vida santa y consagrada a Dios. El mundo entendería si tuviera conocimiento de Dios quien de tal manera amó al mundo, “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Con esta vida se experimenta el amor de Dios en su poder salvador. Para nosotros hay una tarea: tomemos tiempo para apreciar el amor de Dios y lo que el amor ha hecho. No solamente hemos sido hechos objetos de este amor, sino el Espíritu lo ha derramado en nuestro corazón y el Señor nos llama a amar a los demás como él mismo ama. –daj