La animosidad demostrada por los que no conocen a Dios ha sido experimentada por muchos cristianos en el mundo entero. Dios ha hecho provisión para que los hijos de Dios sepan como soportar el “abuso” pues Jesús mismo les advirtió de ello como algo que él mismo había experimentado.

“Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.” 1 Juan 3:13.

Cuando Juan el apóstol hizo referencia a Caín y el asesinato que cometió, (v.12), se refirió a Abel como “su hermano” sin usar su nombre propiamente tal. Parece que suponía que una de las historias más antiguas de la Biblia fuera bien conocida por los destinatarios. Los dos hermanos tuvieron una gran diferencia entre sí; Caín era del maligno y Abel honraba a Dios haciendo su voluntad. Las obras de cada uno demostraban la diferencia entre los dos. Esta diferencia persiste hasta hoy día en nuestra sociedad. Caín “era del maligno y mató a su hermano… porque sus obras eran malas” v.12. Cuando alguien no teme a Dios y rechaza a Jesucristo como su Salvador, es del diablo. Jesús mismo lo dijo claramente; “el que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” Mateo 12:30.

El texto de cabecera nos enseña que los que son del maligno aborrecen a los hijos de Dios. Con ternura Juan advierte a sus hermanos que el mundo dominado por Satanás se caracteriza por el odio hacia los que viven para la gloria de Dios. Los hijos de Dios no deben sorprenderse frente a un ataque lanzado contra ellos por la vida cristiana que llevan. Caín aborreció a su hermano sin tener razón. Jesús había dicho a los discípulos cuando Él estaba con ellos, “si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” Juan 15:18. Quienes sufren por su fe hoy día son participantes en esta lucha milenaria desde los días de Caín y Abel.

Del mundo no vamos a recibir un trato equitativo y el antídoto para fortalecerse es obedecer al Señor quien dijo: “Que os améis unos a otros” Juan 15:17. El afecto y ternura que se experimenta en el seno de la familia cristiana suavizan los dolores que se sufren frente a la oposición a nuestra fe. Jóvenes recientemente convertidos sufren con los comentarios de sus amigos que ponen en duda su estado mental. Hay esposas que sufren de esposos no convertidos cuando ellos se oponen a que ellas asistan a las reuniones de la iglesia. Antes de convertirse, don Pedro Pedersen no dijo nada el día domingo en la mañana mientras su esposa Winnie se preparaba para ir a celebrar la Cena del Señor con los demás hermanos de la iglesia. El esperaba hasta que ella tomaba la manilla de la puerta antes de decir, “hoy no vas a ir”. Nuestra hermana sufría por eso pero recibía el apoyo en oración de parte de sus hermanos en la fe. Winnie recibía fortaleza de la Palabra de Dios y probó que no es extraño cuando los mundanos se opongan a la clase de vida que llevan los salvados por Cristo. Felizmente don Pedro se convirtió después de algunos años y todo cambió. Los dos continuaron por más de cuarenta años sirviendo al Señor juntos hasta que don Pedro partió para estar con el Señor. –daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 23 [leer]
/Jeremías 7 [leer]
/Efesios 1:15-2:10 [leer]