Una condición que parece caracterizar al ser humano es ser egoísta. A menudo buscamos aprovechar cualesquier ventaja sin pensar en los demás. El amor piensa en el bienestar del otro y Dios pone su amor en el corazón de los suyos esperando que lo demuestre.

“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” 1 Juan 3:17.

Si el Señor Jesús “puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” 1 Juan 3:16. Cabe la pregunta, ¿en qué forma puedo yo poner mi vida por mis hermanos? La vida cristiana debe ser más que una teoría. Debe verse en acción. Jesús lo dijo claramente, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35. El amor se ve cuando aprovechamos cada oportunidad  para beneficiar a otro. El Señor Jesucristo mostró amor cuando respondió a Jairo para ir a su casa. El Señor mostró amor cuando lloró con las hermanas de Lázaro. El Señor mostró amor cuando recibió a los niños. El Señor mostró amor cuando respondió al malhechor en la cruz. Jesús fue motivado por amor siempre.

La proposición del texto de cabecera es fácil de captar. Si uno posee bienes y está en condiciones de suplir lo que falta, lo correcto sería extender la mano al que no tiene. Esto es evidencia del amor. Si cierra su corazón y retiene en su poder lo que podría haber de beneficio al otro, ¿dónde está el amor que uno profesa tener? Santiago tocó el mismo tema cuando dijo: “si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” Santiago 2:15-16. La vida cristiana es más que una profesión de labios para afuera. La vida cristiana es amor en acción. Si estamos dispuestos a poner nuestra vida por otros (v.16), debemos estar dispuestos a aliviar a otros cuando tienen necesidad. La necesidad podría ser alimento, ropa, protección, atención por estar enfermo, y otras vicisitudes comunes a los seres humanos.

El amor es la energía detrás de todo lo que Dios hace. Cuando uno cree en Cristo, el amor de Dios es derramado “en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5. Es el amor de Dios como el Creador nuestro se preocupa del bienestar de nosotros, sus criaturas. Poseer bienes automáticamente incrementa la responsabilidad de usarles mientras impone la obligación de usarlos con buen criterio. Después de considerar el amor de Dios, ¿quién sería capaz de cerrar su corazón ante la necesidad ajena? –daj

Lectura Diaria:
1 Reyes 13:1-32 [leer]
/Jeremías 23 [leer]
/Colosenses 1:21-2:7 [leer]