Vivir tranquilo sabiendo que todo pecado y toda maldad ha sido borrado es una gran bendición. Dios está dispuesto a hacerlo a toda persona que se acerca en procura de ella.

“Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.” 1 Juan 3:19-20.

El deseo universal compartido por todo ser humano es vivir tranquilamente. Dentro de cada uno Dios ha puesto una conciencia, aquella voz interior que suena una alarma cuando se enfrenta una tentación. También la conciencia sirve cuando uno procede en integridad y se siente confirmado en su actuar. No hay paz cuando nuestro corazón nos reprende. Gracias a Dios por esta facultad que en el texto de hoy es llamada “el corazón”. Esta facultad nos ayuda a juzgar entre el bien y el mal, y entre la santidad y el pecado. Con ella podemos juzgar el carácter moral de la conducta humana. Para funcionar bien, la conciencia y el corazón necesitan la verdad como su punto de referencia. Ha sido revelada por la palabra escrita (la Biblia), y por la Palabra Viva (Jesucristo).

La conciencia en sí no es garantía que se esté procediendo bien. Tiene que ser instruida por la verdad de Dios. Como las otras facultades humanas que fueron afectadas por el pecado con la caída de Adán, así también la conciencia. La enseñanza en el pasaje de hoy tiene por objeto inducir o animar al creyente a vivir con un corazón tranquilo para la gloria de Dios. El verso 19 indicó que practicando la verdad, el corazón es persuadido de lo que agrada a Dios. El texto de cabecera presenta la posibilidad de tener un corazón que reprende. En tal caso, Dios es mayor que el corazón pues por medio de la sangre de Cristo, hay perdón. El perdón de Dios es grande, mayor que la condenación administrada por el corazón. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9. Si no hubiera posibilidad de obtener perdón de toda maldad, el temor de ser condenado para siempre sería suficiente para hundir al ser humano en el hoyo más profundo de la desesperación. Gracias a Dios por esta luz brillante de verdad: “Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” v.20.

Ningún pecado pasa desapercibido por Dios. Esta es una gran ventaja pues cuando Dios perdona, ningún pecado queda sin ser borrado. El plan de salvación ideado por Dios afecta el pasado, el presente y el futuro. El Dios de toda consolación asegura que hay perdón completo al que se acerca a Él confiando en la eficacia de la obra de Cristo en la cruz. (1 Juan 1:9). Hay personas que se destruyen a sí mismas debido a una conciencia atribulada. El Señor Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”  Mateo 11:28. ¿Ha venido usted? ¿Está descansando en Cristo? –daj

Lectura Diaria:
2 Reyes 2 [leer]
/Jeremías 35 [leer]
/Hebreos 7 [leer]