Vivir en comunión con Dios es una realidad disponible para todo cristiano. El Espíritu Santo es Él que la hace posible. No hay nada más reconfortante.

“El que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” 1 Juan 3:24. 

El mandamiento en el verso 23 era de doble cumplimiento, hacia Dios y hacia el prójimo. Destacó la necesidad de creer en el nombre del Hijo de Dios y además, amarse mutuamente. Cumpliendo con aquello resulta en que la persona que lo practica goce de uno de los privilegios más grandes que un ser humano pueda tener: disfrutar de la íntima comunión con Dios, v.24 En todo esto están involucrados Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo. El deseo de experimentar este nivel de placer espiritual producirá un cuidado especial de no ceder ante la tentación. Es imposible estar en plena comunión con Dios y vivir en el pecado. Las dos condiciones son tan opuestas como son la luz y las tinieblas.

El Espíritu Santo está residente en cada hijo de Dios. El Espíritu está presente en el ser de que cada uno que se convierte a Dios. Si no estuviera presente, sería imposible permanecer en Dios y Dios en él. La comunión con Dios solamente puede ser disfrutada por la medio de la obra del Espíritu Santo, “y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” Romanos 8:9. Por el contrario, él que tiene el Espíritu, sabe que pertenece a Dios y responde a la guía del Él. Es reconfortante gozar de esta cercanía a Dios y la obediencia a su mandamiento es la clave.

Permanecer en Dios es descansar en su amor, deleitándose en los afectos de un Ser que ama incondicionalmente. El mundo es tan desabrido, tan frívolo, y tan egoísta. Recogerse a meditar en la gracia de Dios anima. En realidad no hay gozo más profundo al alcance del ser humano que lo experimentado al permanecer en Dios y Él en nosotros. Hay una diferencia entre las dos bendiciones. Permanecer en Dios es buscarle por medio del conocimiento que recibimos de su Palabra y del Espíritu Santo. Dios en nosotros es realizado por medio de la actividad del Espíritu. Pablo nos ayuda a entender el efecto que resulta tener a Dios en nosotros. Dijo en la salutación que usó repetidamente en sus cartas, “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” Filipenses 1:2. Como dice el texto de hoy, “sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” 1 Juan 3:24.  –daj

Lectura Diaria:
2 Reyes 18 [leer]
/Jeremias 51:25-64 [leer]
/1 Timoteo 2 [leer]