Ser tentado a pecar es una experiencia que afecta a todo ser humano. Los hijos de Dios tratan de evitar el pecado por medio de la vida nueva en Cristo Jesús. Los que son del diablo pecan sin que les importe ir en contra de la voluntad de Dios. Cristo vino para que vivamos una vida diferente.

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” 1 Juan 3:8.

Juan el apóstol sigue su argumento para establecer que los que viven en comunión con el Padre actúan de una manera diferente a los otros que no conocen a Dios. Los hijos de Dios se preocupan por no pecar.  Por el otro lado, Juan establece que los que habitualmente pecan sin importarles la maldad que hacen, son del diablo. El pecado no es una novedad para el diablo pues “el diablo peca desde el principio” v.8. El diablo fue la causante de la caída de Adán y Eva en el pecado. Fue el instigador que les hiciera desobedecer a Dios en el huerto de Edén. Susurró al oído de Eva y ella sucumbió a la tentación. Adán cayó en la misma trampa y todos nosotros hoy día somos testigos experimentados en esta tendencia natural de ir en contra de la voluntad de Dios. Quienes practican el pecado sin remordimiento revelan que no están en comunión con Dios.

No fue la voluntad de Dios que el hombre siguiera en el pecado. Sin embargo, hubo una necesidad que atender primero para que el ser humano pudiera vivir una vida diferente. Jesús se declaró opuesto a Satanás y dijo: “Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa” Marcos 3:27. El Señor Jesús vino al mundo, como si fuera la “casa” del diablo y con su obra en la cruz se sobrepuso al “hombre fuerte” para poder saquear su casa. “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” v.8. Jesús participó de la condición humana “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” Hebreos 2:14-15. En esta liberación está incluida la capacidad de vivir una nueva vida en comunión con Dios y no pecar como hace el diablo.

Cuando Dios salva al pecador, desea que éste se mantenga en comunión con Él disfrutando del amor que ha conocido en Cristo Jesús. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … Antes, en todas estas cosas somos MÁS QUE VENCEDORES por medio de aquel que nos amó” Romanos 8:35-37. Los amagos que batallan contra el cristiano no le pueden derribar pues conoce a Dios y buscar vivir santamente en comunión con Él. La fe ayuda a vencer los peligros y nos mantiene viviendo en espera de aquel día cuando estaremos totalmente libres de ellos. Ya estaremos en el cielo con Cristo el victorioso Salvador. Seremos más que vencedores sobre los problemas y el pecado; sobre todo con Cristo seremos victoriosos. –daj

Lectura Diaria:
2 Samuel 2 [leer]
/Miqueas 4:9-5:15 [leer]
/Romanos 11:1-12 [leer]