En el amor falta el amor hermanable. Hay tanto odio y lo triste es que se manifiesta en el seno familiar. ¿Qué es lo que Dios espera? Nos capacita a través del Señor Jesús a mostrar este amor.

“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. 1 Juan 4:12.

El amor mutuo que los hijos de Dios demuestran entre sí es una marca de parentesco con su Padre celestial. Dios nos amó primero y lo manifestó en el envío de su Hijo al mundo para ser nuestro Salvador. Cuando Cristo es aceptado por fe como Salvador, el Espíritu Santo imparte vida nueva y con ella derrama el amor de Dios en nuestro corazón. Ya capacitado para amar como Dios ama, es factible obedecer la exhortación, “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” 1 Juan 4:11. A renglón seguido viene el texto de cabecera que comienza con “Nadie ha visto jamás a Dios”.

Juan dijo algo similar en su evangelio, “a Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” Juan 1:18. Ahí está la clave para entender su enseñanza en esta epístola. No se puede ver a Dios con los ojos naturales, pero el Hijo unigénito por sus palabras, por sus proezas, y por su procedimiento, reveló a Dios y como es. Dios es misericordioso, compasivo, lleno de gracia y desea lo mejor para la humanidad. El Hijo “le ha dado a conocer”. No solamente el Hijo le ha dado a conocer, sino por demostrar amor, los hijos de Dios así reflejan las características de su Padre celestial.

Romanos 1 dice que en la creación Dios puede ser conocido; “porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” v.20. Aquellos “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” v.3. Ahora en todo lo que Cristo hizo, Dios puede ser conocido personalmente. Si una persona no acepta por fe lo que Cristo revela, no hay otro medio de revelación pues “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. La responsabilidad de amarnos es grande pues sirve para dar a conocer a Dios. A medida que lo hacemos, es evidente que Dios “permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. El amor es como el fruto del árbol que se madura y cumple el propósito de su existencia. La fruta comida es dulce y satisface al que la come. Así también el amor demostrado con madurez glorifica a Dios y promueve el sentir de bienestar en la familia de Dios. ¿Hay madurez en la vida suya? ¿Acaso el amor de Dios se ve en su forma de tratar a otros? –daj

Lectura Diaria:
2 Cronicas 26 [leer]
/Ezequiel 43 [leer]
/Juan 19:17-42 [leer]