Amar como Dios manda debe ser la norma en la vida de todo cristiano. Con confianza uno puede vivir su vida sin temor, sabiendo que de esta manera agrada a Dios y beneficia a su prójimo.

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. 1 Juan 4:18.

Para alcanzar la meta de tener madurez cristiana requiere el “aceite” del amor divino experimentado y practicado. Todo comienza cuando la persona confiesa a Jesús como el Hijo de Dios y se convierte en discípulo de Él. Los convertidos viven su nueva vida conscientes de la necesidad de vivir en contacto, o en comunión con su Señor; “todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios” 1 Juan 4:15. Habiendo “conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros” sabe que “Dios es amor” y en nuestras vidas, este amor debe ser visto. Por medio de practicar el amor de Dios, se obtiene un nivel de madurez que produce un sentir de seguridad “para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” v.17. El cristiano que practica de veras el amor de Dios en su vida, ama a Dios, ama al prójimo, y ama a los demás creyentes en Cristo. Este amor le lleva a amar al pecador que no ha creído en Cristo y le hace comunicar la grata noticia que él pecador también puede experimentar el amor de Dios por medio del Salvador.

El texto de cabecera sigue la misma línea de pensamiento pues cuando este amor está presente, “no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” v.18. Si en cualquier circunstancia la persona ha demostrado el amor de Dios, no importa lo que digan los otros en su evaluación, no hay temor de haberse equivocado. Los judíos hallaron el más grande despliegue del amor visto en el Cristo crucificado como “tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” 1 Corintios 1:23-24. Dios no se equivocó aunque los hombres se atreven a llamar “insensato” lo que Él hizo. De todas maneras, “lo insensato de Dios es más sabio que los hombres” v.25. Cuando alguien ama como Dios ama, no hay temor.

La lista de virtudes mencionadas como “el fruto del Espíritu” en Gálatas 5,  comienza con “amor”. ¿Es posible amar demasiado? La lista concluye informando “contra tales cosas no hay ley” Gálatas 5:22-23. En otras palabras, no hay límite. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. Con ejercicio espiritual, el cristiano ama y cuando lo hace según la dirección divina, no hay temor de equivocarse, sino más bien, tener confianza. –daj