La actitud de las personas para con palabra de Dios deja en evidencia quienes son de Dios y quienes no quieren tener nada que ver con Él. ¿Se deleita en saber la verdad de la Biblia y le cuesta dedicar tiempo a la lectura de ella?

“Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” 1 Juan 4:6.

Ocho veces en el Nuevo Testamento, Jesús dijo: “Si alguno tiene oídos para oír, oiga” Marcos 4:23. Todos tienen oídos para oír, pero ¿cuántos ponen atención a lo que llega a sus oídos? Es la actitud del corazón que determina la importancia de lo oído, y decide aceptar o rechazarlo. Jesús contó la parábola del sembrador y las cuatro diferentes clases de tierra que recibieron la semilla. Al finalizar la parábola Jesús destacó la parte que cayó en buena tierra que brotó y llevó fruto a ciento por uno. Es significativo que al término de su enseñanza “decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga” Lucas 8:8. El texto de cabecera explica porque algunos ponen oído y otros no tienen interés. “… el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye” 1 Juan 4:6.

Juan el apóstol se había referido a los que “son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye” 1 Juan 4:5. Ahora en este versículo se refiere a nosotros que “somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Si habla de los mundanos que oyen las cosas del mundo y habla de los que conocen a Dios, que oyen a los que son de Él, ¿qué es lo que dicen para ser oído? El final del verso 6 tiene la respuesta. Los que conocen a Dios reconocen al “espíritu de verdad” mientras los que son del mundo prefieren “el espíritu de error”. Los cristianos se deleitan en escuchar la verdad de la Biblia, y buscan reunirse con otros “oidores” para alimentarse de la enseñanza basada en ella.

Un joven universitario, estudiante del ramo Religiones del Mundo, tuvo una conversación con un predicador. Era de persuasión judía y cada comentario o argumento que usaba el joven fue contestado con una cita bíblica, especialmente del Antiguo Testamento. El joven llegó a estar muy agitado y finalmente golpeó el piso con sus pies y gritó, “no me cite la Biblia”. Era del mundo y no quiso oír de la Palabra de Dios. Pablo encontró algo totalmente distinto cuando visitó a Berea, pues los habitantes “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” Hechos 17:11. Pablo sabía que Timoteo era de Dios y por esto le aconsejó que persistiera “en lo que has aprendido y te persuadiste, … y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” 2 Timoteo 3:14-16. Si uno no tiene interés en la Palabra, es una señal que no conoce a Dios, pues los que le conocen aman y disfrutan de su Palabra. –daj

Lectura Diaria:
1 Cronicas 21 [leer]
/Ezequiel 20:1-44 [leer]
/Juan 7:12-30 [leer]