Creer en el Hijo de Dios trae gran libertad. No creer en él trae graves consecuencias.

“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.” 1 Juan 5:10.

 

Se mencionaron tres testimonios en los versos anteriores; el Espíritu y el Padre al comienzo y al final del ministerio público de Jesús. Los tres casos dieron testimonio afirmando que Jesucristo es el Hijo de Dios. Tales testimonios no constituyen solamente afirmaciones cuyo objetivo es informar y nada más. El testimonio acerca Jesús tiene por objeto que pongamos fe en Él como el Enviado del Padre para salvarnos. Los líderes religiosos discutían con Jesús sobre su procedencia y su prédica. Les dijo que ellos juzgaban según la carne, o sea, su reducida capacidad humana de entender. Por tanto, no reconocieron que Jesús había salido del Padre. Vea Juan 8:15-16. Jesús les hizo ver que su propia ley decía “el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí” vv.17-18. Siguieron con su incredulidad ante la cual Jesús dijo: “Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” v.19. Los variados testimonios acerca de Jesús son para que creamos en Él.

 

El texto de cabecera destaca lo importante que resulta creer en el Hijo. Significa recibir vida eterna y el perdón de pecados. Pero hay otras bendiciones involucradas. El Espíritu Santo viene a morar dentro de la persona que cree y esto resulta en tener “el testimonio en sí mismo”. La presencia del Espíritu Santo hace que la persona sea una bendición refrescante en la vida de otros. En el último día de la fiesta de los tabernáculos, Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él” Juan 7:37-39. Años después Pablo el apóstol escribió a los romanos y dejó muy en claro que “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Romanos 8:16.

 

No creer el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo lleva consecuencias graves. Jesús mismo dijo a los que no creían en Él, “vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” Juan 8:23. Luego les advirtió de la mayor tragedia que pudiera ocurrir a un ser humano, “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” v.24. Luego les profetizó: “cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo” v.28. Felizmente no todos continuaron en su dureza, pues “hablando él estas cosas, muchos creyeron en él” v.30. Jesús destacó la gravedad de no creer. No solamente se priva uno de la vida eterna y de la salvación, sino su actitud negativa es interpretada como tratar a Dios como mentiroso. ¡Qué terrible falta para con el Dios de Verdad! No creer su testimonio equivale a decir, “eres un mentiroso”. Ojalá cada uno piense en el nivel de incredulidad en su propio corazón. Jesús dejó en claro el remedio, “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:32,36. ¿Has creído? ¿Gozas ya de la grata “libertad gloriosa de los hijos de Dios”? Romanos 8:21. “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” 2 Corintios 3:17. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” Gálatas 5:1.  –daj

 

Lectura Diaria:
Génesis 43:1-34 [leer]
/Salmos 20:1-21:13 [leer]
/Mateo 25:1-30 [leer]