Cada predicador del evangelio se deleita en predicar a Cristo como el Único Salvador. También se deleita en el evangelio escueto — tener al Hijo es tener la vida eterna. Es el tema más importante que debe preocupar al ser humano.

 

“Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” 1 Juan 5:11-12.

 

Los que creen en el Hijo de Dios reciben un testimonio en sí mismos entregado por el mismo Espíritu Santo. He estado presente cuando una persona ha escuchado el evangelio y luego expresa su deseo de creer en Jesús como en su Salvador. Prontamente lo hacen de la manera que Pablo explica en Romanos 10:9, “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Cuando lo hacen, las personas tienen ganas de expresar su gratitud a Dios por el regalo de la vida eterna. Observar la reacción y escuchar las palabras de gratitud es una experiencia especial. “Cristo hizo todo por mí” algunos dicen, “soy salvo. Alabado sea Dios”. No siempre usan las mismas palabras pero se nota que “el que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo” 1 Juan 5:10.

 

El evangelio es acerca de Cristo muerto en la cruz, sepultado y ahora resucitado. El evangelio es un mensaje que debe ser creído. El texto de cabecera confirma lo que ocurre cuando hay fe verdadera en Cristo. Dios responde a través del Espíritu Santo haciendo que el alma nazca de arriba. Así se convierte en hijo o hija de Dios. El texto de cabecera declara la esencia de la transacción: Dios regala la vida eterna al que cree en su Hijo. Las palabras son sumamente sencillas y fáciles de entender. Dios da vida eterna y esta vida está en su Hijo. El verso 12  es claro: “el que tiene al Hijo, tiene la vida”. ¿Tiene Ud. esta vida? ¿Puede afirmar con base bíblica que se ha convertido en hijo o hija de Dios? Pregunte al que escribe de su estado espiritual y les diría que el 15 de Febrero, 1942 siendo un niño chico puso su fe en Cristo para ser salvo. Vale la pena repetir la verdad bíblica, “el que tiene al Hijo, tiene la vida”. Pero no termina allí. Advierte sobre la condición de la persona que no ha creído. Declara con palabras sencillas y solemnes, “el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.

 

La vida eterna no es regalo de la iglesia, es regalo de Dios. La vida eterna no es el premio otorgado al final de hacer un curso, o por poner mucho de su parte. Si la vida está en el Hijo y uno que ha creído en Él, tiene vida eterna. ¿Y si NO? Si no ha creído, no tiene la vida eterna. Es una frase escueta: el que TIENE  –  TIENE  El que NO TIENE  –  NO TIENE. Pedro el apóstol predicó lo mismo desde el comienzo de la época de la gracia: “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. Jesús mismo dijo: “de cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5:24. Nada más que agregar, sino vivir gozándose de su posición en Cristo. –daj

 

Lectura Diaria:
Génesis 45:1-28 [leer]
/Sálmos 23:1-24:10 [leer]
/Mateo 26:1-30 [leer]