Diariamente millones de peticiones son presentadas ante Dios en el cielo. No todas son contestadas exactamente como las hacemos porque Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Sin embargo, la Biblia dice que “Él nos oye”.

 

“Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. 1 Juan 5:14.

 

Habiendo establecido que el que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna y por lo tanto conoce al Padre, hay privilegios que podemos aprovechar. Estar en Cristo nos llena de confianza para relacionarnos con nuestro Padre celestial. Es maravilloso pensar que el Padre permite que sus hijos presenten peticiones. Seamos precisos en cuanto a lo que el texto dice. No da garantías que toda petición será concedida automáticamente. La petición debe ser conforme a la voluntad de Dios. Aún cuando sea así, la promesa es solamente que Dios “nos oye”. Pablo el apóstol se refirió a nuestra debilidad de no saber qué es lo que debemos pedir. Por eso el Espíritu Santo “nos ayuda…  pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” Romanos 8:26. Algunos de nosotros hemos peticionado a Dios centenares de veces. En algunos casos hemos recibido respuestas positivas, y en otros, no. De todas maneras,  sabemos que Dios es omnisciente y su sabiduría es perfecta y por eso nos conformamos con lo que Él dispone.  “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Romanos 8:28.

 

¿Hay alguna forma de determinar la voluntad de Dios para presentar nuestras peticiones? Hay varios componentes que pueden darnos a entender cuál sea la voluntad de Dios. Algunos indicios llegan por medio de pruebas en la vida, además del ejercicio espiritual. También hay ciertas indicaciones en el diario vivir que sirven de señales para orientarnos a fin de saber qué pedir. Pablo pidió a los creyentes en Roma orar por él “rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros” Romanos 1:10.  Al finalizar su carta, Pablo insistía en su deseo de llegar con gozo “a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros” Romanos 15:32.

 

Nuestro Señor Jesucristo nos dejó un ejemplo clarísimo de presentar una petición sabiendo que el Padre oye. Oró en el huerto de Getsemaní y “se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” Mateo 26:39. La voluntad de Dios fue que Cristo se ofreciera como sacrificio en la cruz y Hebreos 10:10 dice que “en esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. No somos llamados a presentar argumentos como abogados ante el trono de gracia. Si obedecemos las exhortaciones generales sobre la voluntad de Dios, sería más viable discernir cuál sea la voluntad de Dios en forma específica. Por ejemplo, “dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” 1 Tesalonicenses 5:18. En forma diaria somos llamados a no conformarnos al mundo que nos rodea, “sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Romanos 12:2. Las peticiones serán siempre para la gloria de Dios y la bendición del hermano. La petición siempre tendrá  un objetivo para el bien espiritual de la persona. Todas estas consideraciones tendrán un efecto saludable pues “a los justos les será dado lo que desean” Proverbios 10:24. –daj

 

 

Lectura Diaria:
Exodo 5:1-6:13 [leer]
/Salmos 35:1-36:12 [leer]
/Hechos 2:1-21 [leer]