Diariamente recibimos noticias de eventos, de personas, y de peligros que pueden afectarnos. Algunas resultan verídicas, otras, no. Otras nos dejan dudosos porque son los hombres que las dicen. Lo que declara Dios es diferente; es digno de ser creído.

 

“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque éste es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.” 1 Juan 5:9.

 

En todo el mundo la palabra de un solo testigo en una corte no es suficiente. Esto es basado en un principio bíblico que establece que “en boca de dos o tres testigos conste toda palabra” Mateo 18:16. “Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto” 2 Corintios 13:1. Lo mismo se aplica en este pasaje de 1.a Juan. Se trata de los testimonios que existen referentes al Hijo de Dios. El verso 7 dice tres son los que dan testimonio”. El verso 8 los identifica como “el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres CONCUERDAN”. Habiendo establecido esto, Juan resume lo que es su objetivo, comprobar que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha recibido no solamente el testimonio de los hombres, sino también de Dios. Comparando los testimonios, Juan declara que el testimonio de Dios es mayor.

 

Aunque es obvio que el testimonio de Dios siempre será mayor ante el testimonio de los hombres, ¿En qué sentido es mayor?  Es más digno de ser creído porque Dios es Verdad. El contenido del testimonio viene de Aquel cuya sabiduría es perfecta. Santiago le distingue como “el Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17. Dios nunca se retracta de sus dichos. Aún entre los hombres buenos, existe la posibilidad de engañar. Con Dios, ¡NO! Pablo atestiguó a la veracidad de Dios cuando escribió a Tito; “conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, QUE NO MIENTE, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación” Tito 1:1-3. Por cierto mayor es el testimonio de Dios.

 

Cuando los hombres testifican, su conocimiento es limitado a un círculo muy reducido. Por su parte, Dios es omnisciente, es decir, sabe todo. Heredamos de Eva la debilidad de ser engañados. Por eso, Moisés dijo al pueblo de Israel “Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe (o, se engañe)” Deuteronomio 11:16. Jesús dijo: “Mirad que no seáis engañados”  Lucas 21:8. Aunque el testimonio de los hombres puede ser recibido en ciertas circunstancias, uno es propenso a creer algo equivocado. Por eso mayor en su veracidad es lo que Dios dice. Jesús mismo hizo la comparación entre lo dicho por Juan Bautista y el Padre; “mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado” Juan 5:36. Si Dios ha testificado de su Hijo, nos compete hacer caso de lo manifestado por Él. He aquí el testimonio del Padre: “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” Juan 3:17-18. ¿Qué has hecho tú con el testimonio del Padre? –daj

 

Lectura Diaria:
Génesis 39:1-23 [leer]
/Salmos 17:1-15 [leer]
/Mateo 22:15-46 [leer]