Cuán lindo es ver a marido y mujer activos juntos en las cosas del Señor. Siempre son valiosos en su contribución al bienestar de la iglesia a la cual pertenecen. Priscila y Aquila eran valiosos y son mencionados en el Nuevo Testamento y especialmente en su colaboración con el apóstol Pablo.

 

“Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor.” 1 Corintios 16:19.

 

 

En una oportunidad, un fervoroso seguidor de Juan Bautista llamado Apolos llegó a Corinto desde Alejandría, una ciudad universitaria de Egipto. Parece que el verdadero evangelio concerniente a Jesucristo y su muerte y resurrección, no había llegado por estos lados. Apolos solamente había creído el anuncio de Juan Bautista de alguien que venía y Él sería el Ungido de Jehová. Nada más sabía. En Corinto expuso sus pensamientos ante los cristianos reunidos y lo oyeron Priscila y Aquila. Detectando una falta de conocimiento, le invitaron a su casa y con ternura y sabiduría, le dieron a conocer la verdad, la cual aceptó de inmediato. Por cierto Apolos recordaría a Priscila y Aquila por el resto de su vida. Sin duda, Apolos tendría cariño y gratitud porque le enseñaron la verdad. Muchos de nosotros sentimos gratitud por padres y madres y hermanos que nos instruyeron en la verdad. Como dice Hebreos 13:7, “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”

 

 

Priscila acompañaba a su marido Aquila siempre. Era compañera, amiga y esposa a la vez. Actuaron siempre en pareja, unidos no sólo por su amor como matrimonio, sino también por su amor al Señor Jesús. Tenían en común su dedicación a las cosas espirituales y eternas. Hace falta hoy día parejas que compartan los mismos anhelos y actividades para la gloria de Dios, y para el honor del Señor Jesús. Fue una pareja ejemplar de creyentes.

 

 

Priscila era una mujer trabajadora, no sólo en las cosas de su Señor, sino para el sustento del hogar. Seguramente la salida forzada de Roma había significado pérdida económica. En lugar de llorar por ello, miró hacia adelante y cooperaba con su esposo en hacer carpas. Estaba lista para ayudarlo, y siendo a la vez su compañera en la fe, compartía con él los temas espirituales que traían gozo a sus corazones. Buscaban los propósitos que Dios tendría en todo lo que les había sucedido. Tenían fe en la bondad y amor de Dios para con ellos, y algo de sus propósitos divinos se veían en su encuentro con el apóstol Pablo en Corinto. Priscila es una mujer digna de ser imitada por las hermanas hoy. Estaba dispuesta a ser utilizada por el Señor; y generosa con su tiempo y su hogar. Mostraba gentileza para con los débiles buscando como fortalecerlos. Fue una guía para los que erraban en algo referente al verdadero conocimiento acerca del Señor, y entregaba sus conocimientos a aquellos que deseaban aprender más. Priscila y su esposo Aquila, inseparables en su amor por el Señor y unidos para honrar a Dios a lo largo de su trayecto como matrimonio y como servidores del que los había bendecido grandemente. Pablo los apreciaba, pues dijo: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús.” Romanos 16:3. (Concluida) –MER/daj

 

Lectura Diaria:
Josué 20-21 [leer]
/Isaías 14 [leer]
/1 Tesalonicenses 5 [leer]