El principio de la restitución parece una práctica dejada en el olvido del pasado. Sin embargo, es un tema tratado a menudo en las Escrituras, tanto en la ley de Moisés como entre las personas convertidas en el tiempo de Jesús. Son interesantes los requerimientos. ¿Qué pasaría si fueran aplicados hoy?

 

Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” Lucas 19:8

 

William Patteson Nicholson nació en 1876 en Bangor, Irlanda. Vivió por 86 años muriendo en 1962. Era un predicador de renombre y le apodaron “el tornado del púlpito” pues predicaba “sin pelos en la lengua”. Cuando era joven trabajó en los buques de carga de su padre, pero a los 23 años edad dejó ese trabajo para predicar. Esto fue en 1899. A veces Nicholson tenía reuniones “para varones solamente” y les hablaba con franqueza. El lenguaje usado en los temas tratados no dejaba dudas en la mente de los oyentes. Hubo un avivamiento en cierta oportunidad que produjo una reacción sorprendente. Predicó sobre la verdadera conversión y decía que los convertidos debían restituir lo que habían robado en sus años de inconversos. Al astillero Harland y Wolff en Belfast, Irlanda, llegaron tantos artículos robados que tuvieron que abrir una bodega que llamaron “Bodega Nicholson” para recibir la nutrida cantidad de herramientas devueltas por los empleados que se habían convertido a Cristo. Fue el resultado de la predicación de Nicholson. ¿Acaso se entiende este principio de la restitución hoy día?

 

Tan pronto Zaqueo se convirtió a Cristo, hubo un deseo nacido en su corazón de rectificar lo malo que había hecho con anterioridad. No hay duda que lo hubiera hecho y al decir “si en algo he defraudado”, significa más bien “ya que he defraudado” y Zaqueo se comprometió a restituir con interés lo tomado incorrectamente. El principio aplicado por Zaqueo es una doctrina bíblica y debe ser practicada. Éxodo 22:1-4 contiene las indicaciones dadas por Moisés tocantes el robo de pertenencias y cuánto se debía pagar. Si fuera UN buey, tenía que devolver CINCO. Si fuera UNA oveja, CUATRO tenía que ser devueltos. El ladrón debía hacer “completa restitución; (y) si no tuviere con qué, será vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble” vv.3-4.

 

Cuando una persona es salva, el perdón otorgado por Dios no le libra de sentirse responsable por robos cometidos en el pasado. Si está dentro de sus posibilidades de restituirlas, debe asumir la responsabilidad y actuar. Cuando una persona se convierte en hijo de Dios, siempre tiene que responder por las deudas asumidas en el pasado. El escritor cristiano Guillermo MacDonald trató el tema una vez y recomendó que la persona debe decir: “yo tomé estas herramientas sin permiso cuando trabajaba años atrás y ahora soy salvo y mi vida ha sido transformada por el Señor Jesucristo. Él lo puso en mi corazón devolverlas”. El hermano MacDonald afirmaba que de esta manera el Señor Jesús sería glorificado. En algunos casos, no será posible hacer restitución, pero el principio bíblico es “no paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres” Romanos 12:17. –daj

 

Lectura Diaria:
Números 25-26:51 [leer]
/Proverbios 22:17-23:11[leer]
/Lucas 1:26-56 [leer]