Parece una contradicción cuando decimos que el eterno Dios que nunca cambia puede arrepentirse. Lea de las condiciones especiales que producen cambios en Dios.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17.

Dios es presentado en las Escrituras como Aquel que nunca cambia. No obstante eso, en algunos pasajes Dios es llamado a arrepentirse y ya que el arrepentimiento significa un cambio, ¿cómo se entiende la anomalía? Moisés estuvo cuarenta días en el monte y el pueblo de Israel estaba acampado abajo. Viendo que Moisés tardaba en descender, se pusieron inquietos y decidieron independizarse. Desafortunadamente Aarón accedió a su sugerencia y con la contribución de los zarcillos de oro de las mujeres formó un becerro de fundición. Luego “edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón: Mañana será fiesta para Jehová” Éxodo 32:5. Para colmo, Aarón había dicho “éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” v.4. Moisés no sabía nada de lo que acontecía, pero Jehová veía todo y ordenó a Moisés a descender del monte porque el pueblo se había corrompido practicando la idolatría.

En el dialogo entre Jehová y Moisés, Jehová expresó su INTENCIÓN de acabar con el pueblo y formar a otro con Moisés a la cabeza, v.10. Moisés reaccionó pidiendo a Dios que tal cosa no aconteciera e intervino a favor de los desobedientes, v.11. Usando lenguaje humano, Moisés pide a Dios que se arrepintiera de llevar a cabo su intención. “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” v.14. ¿Cómo se puede explicar que el Dios inmutable sea capaz de cambiar de parecer?

La inmutabilidad de Dios se entiende con referencia a su carácter. Dios es amor, es luz, es justicia, es misericordioso, etc., y jamás habrá cambios en estos principios que son la esencia de su divinidad. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” Santiago 1:17. En su carácter y en el ejercicio de su voluntad establecida, jamás habrá cambios. En su relación con los seres humanos en su fluctuante estado de ánimo, Dios está dispuesto a responder a los cambios en las personas dependiendo de su desobediencia o su obediencia. Por ejemplo, “en otro tiempo vosotros… estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo, PERO AHORA en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” Efesios 2:11-13. El pecador en su estado de alejado de Dios está bajo condenación, pero cuando cree en Cristo, “ahora… ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” Romanos 8:1. Hay un cambio. La intención divina es juzgar al pecador a menos que este crea en Cristo. Siempre ha sido de esta manera, pues “si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles” Jeremías 18:8. El carácter de Dios es inalterable. Sus planes para el futuro están registrados en el “libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos” Apocalipsis 5:1. La voluntad de Dios está establecida en cuanto a sus propósitos. En su relación con los seres humanos Dios ha declarado su intención de juzgarles a menos que haya una respuesta positiva a su invitación: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” Isaías 1:18. –daj

Lectura Diaria:
Números 10:11-11:3 [leer]
/Proverbios 8:1-36 [leer]
/Judas 1:1-25 [leer]