¿Qué pensáis del Cristo? Mateo 22:42
Esta es una de las preguntas más importantes que pueden hacerse. Jesús mismo la hizo a los fariseos, cuando argumentaban con él respecto de la ley y los mandamientos. De la respuesta a esta pregunta depende el destino eterno de todo ser humano. En los evangelios leemos acerca de diferentes opiniones que distintas personas tenían del Cristo. Muchas de ellas son correctas, pero no son suficientes y el asunto no es menor. Podríamos caer en el error de valorarlas como manifestaciones apropiadas con respecto al Hijo de Dios, pero un análisis un poco más detallado de ellas les delata como insuficientes. Debemos tener una opinión correcta, adecuada, cien por ciento precisa de la persona de Cristo. No basta con aproximarse a la verdad diciendo algunas cosas ciertas, pero que en el fondo no alcanzan para la salvación. Veamos algunos ejemplos ilustrativos:
La esposa de Poncio Pilato: reconoció que Jesús era “justo”, pero no le siguió como su Señor. Si bien expresó una verdad, no fue suficiente para su salvación. (Mateo 27:19).
Judas Iscariote: más famoso por traicionar a Jesús, tenía claro que era “inocente” sin embargo no buscó el perdón de a los pies del Señor, porque no tenía un concepto acabado acerca de quién era él (Mateo 27:4).
Nicodemo: tenía claro que Jesús era un maestro enviado de parte de Dios. Otra vez, una impresión correcta pero insuficiente acerca de Hijo de Dios. Jesús le responde inmediatamente mostrándole su real necesidad: “os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3).
La mujer samaritana: primero pensó que Jesús era sólo “un judío”. Luego le pareció que era “profeta”. Más adelante dice de él que es “un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho”, y finaliza preguntándose “¿No será éste el Cristo?” Inicialmente expresa ideas correctas acerca de Jesús y al final parece pensar que puede ser el Mesías. Sin embargo, ninguna de sus opiniones necesariamente le salvó (Juan 4).
El joven rico: le llamó “maestro bueno” y Jesús, para probarle le responde “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios”. En vez de reaccionar y reconocer inmediatamente que Jesús era Dios mismo, el joven prosigue con su autosuficiencia. Jesús sí era maestro y era bueno, sin embargo sus correctas impresiones acerca de Cristo no fueron suficientes para salvarle y este hombre se va triste después de su encuentro con Jesús (Mateo 19:16-17).
Los alguaciles: enviados a apresar a Jesús, quedaron maravillados de sus palabras. No obstante, la impresión de que era un hombre que hablaba como nunca alguien ha hablado no les llevó a la salvación. También una apreciación correcta, pero insuficiente (Juan 7:46).
Pilato: “ningún delito hallo en él”. También tuvo claro que Jesús era inocente, pero resolvió complacer al pueblo y a sus líderes entregando a Cristo a la crucifixión. No le sirvió saber que Jesús era inocente (juan 19:14).
Hay muchos ejemplos más, pero con los mencionados es suficiente. ¿Qué piensa de Cristo el lector? ¿Es para usted un hombre bueno, justo, inocente, enseñador que vino de parte de Dios y que habló como ningún otro lo hizo jamás? Permítame decirle que ningunas de esas apreciaciones, si bien correctas, son suficientes para salvarle. Usted necesita reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, el Cristo que había de venir al mundo. Le necesita reconocer como aquel cordero de Dios que dio su vida en la cruz llevando sus pecados y que le ofrece salvación. ¿Tiene el lector UNICA opinión correcta y suficiente que vale la pena tener acerca del Hijo de Dios? rc
Lectura Diaria: | ||
Génesis 6:1-7:10 [leer]
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/Job 8:1-22 [leer]
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/Mateo 5:1-20 [leer]
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