Muchos de nosotros sabemos lo que significa pasar por momentos de gran tristeza. Al mismo tiempo, hemos comprobado la gran bendición de ser reconfortados por el Señor quién nos asegura “no te desampararé, ni te dejaré” Hebreos 13:5

 

El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos.” Deuteronomio 33:27.

 

Juan G. Paton fue misionero pionero que en Abril, 1858 y viajó desde Escocia al conjunto de islas llamadas las Nuevas Hébridas, hoy día llamado Vanuata en el Pacífico Sur. Juntamente con su esposa Mary Ann, fueron a la isla sureña de Tanna, y tres meses después de llegados, nació su hijo Pedro Roberto el 12 de Febrero, 1859. Mary Ann murió el 3 de Marzo y el 20 de Marzo, murió el infante. Juan Paton entró en una tristeza profunda por la gran pérdida. Se hallaba en medio de un pueblo salvaje y temía por su vida. Se refirió a las horas negras como la oscuridad de la medianoche, Escribió “y si no fuera por la comunión con Jesucristo, me habría enloquecido y me habría muerto.” Se quedó trabajando para el Señor hasta 1863 cuando volvió a su patria y se casó el año siguiente con Margarita Whitecross. Por más de 42 años hasta la muerte de Margarita, los dos continuaron sirviendo al Señor, trabajando en la isla de Aniwa. Juan Paton supo fortalecerse en Dios y comprobó lo que Nehemías había experimentado más de 2,500 años antes, “no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” Nehemías 8:10.

 

La necesidad de ser reconfortado es constante en la vida de los seres humanos. En medio de las risas y el constante afán por alegrarse, hay miles que sufren angustia y andan “abatidos”. Para los tales hay buenas noticias de parte de Dios. Jesucristo es el que invita: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28. En los tiempos de Salomón, Dios anticipó que el pueblo tendría dificultades, y por eso dio una promesa a través del rey. Mientras Salomón edificaba el templo, “vino palabra de Jehová a Salomón, diciendo: … si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre; y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel” 1 Reyes 6:11-13. La presencia de Dios en la vida de los suyos es una fuente de contentamiento. Dios hizo llegar al templo que Salmón edificaba su misma gloria para reconfortar al pueblo. Desafortunadamente el pueblo desobedeció algunos años después y se desvió del camino de la obediencia.

 

Para los creyentes en Cristo hoy, ya no hay necesidad de templos hechos por manos humanas, pues tenemos algo mucho mejor. El Señor Jesús mismo indicó la especial provisión: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” Juan 14:16. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” v.26. En medio de las dificultades y desastres, y en medio de la tristeza y las vicisitudes de la vida, las palabras de Jesús siguen vigentes: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” v.27. Vivamos victoriosos encima de las circunstancias, y no aplastados por ellas. –daj

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 19:9-43 [leer]
/Jeremías 3:6-4:2 [leer]
/Gálatas 4:21-5:9 [leer]