En Febrero 1948 me senté por primera vez con mis hermanos en el Señor para obedecer al Señor y recordarle en el partimiento del pan. Casi sin interrupción he venido haciéndolo todos los días domingo en la mañana. Alguien me preguntó una vez si la práctica llegara a ser rutinaria. ¡Todo lo contrario! La experiencia continúa siendo rica.

 

Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.” 1 Pedro 3:18.

 

Estoy agradecido del Señor porque cada domingo tengo la oportunidad de reunirme con otros hermanos en la fe para celebrar la Cena del Señor en el partimiento del pan. Es una práctica semanal y mantiene fresca en mi mente la apreciación que cada cristiano debe tener de su Salvador. La venida de Jesucristo a este mundo es el evento más importante en la historia del mundo. “Dios fue manifestado en carne” 1 Timoteo 3:16. Vino para salvar a los seres humanos que estaban bajo condenación a causa de su pecado. Cumplió con su misión cuando se sometió a la muerte y muerte de cruz para luego de ser sepultado, resucitar y hoy vive para que seamos salvos y seguros en la vida eterna que entrega.

 

Jesús soportó una noche de burlas, golpes e ignominias en manos de los líderes religiosos de los judíos. Después fue entregado en manos de los romanos que continuaron con el desprecio hacia del Hijo de Dios. Le coronaron con una corona de espinas pegándole en la cabeza con una vara. Le cubrieron el rostro para luego pegarle en la cara pidiendo que identificara a su asaltante. Después fue llevado a sufrir la muerte más brutal, más cruel, la de ser crucificado. Es el método más penoso de matar a alguien. Al pensar en el dolor de los clavos insertados, uno quiere terminar con el pensamiento. Todo lo sufrió por amor a nosotros.

 

Cristo murió una sola vez, Él Justo por nosotros los injustos. Era el Inocente muriendo en el lugar de los culpables. Jesús soportó todo eso para “llevarnos a Dios”. Dios presenta en el evangelio el camino de la salvación. Requiere un reconocimiento de parte nuestra de nuestra condición como pecadores, imposibilitados para acercarnos a Dios. Cristo satisfizo toda demanda de la justicia de Dios y al aceptarle como nuestro Salvador, los pecados son borrados y “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 5:1. Al reunirme este domingo con mis hermanos para celebrar la Cena del Señor, una vez más expresaré mis sinceras gracias por su amor y la grandeza de su persona. ¿Acaso comparte usted conmigo el mismo sentimiento? –daj

 

Lectura Diaria:
Jueces 16 [leer]
/Isaías 35 [leer]
/1 Corintios 13 [leer]