Con tanta tristeza en el mundo y también en la vida particular de uno, la exhortación bíblica de regocijarnos trae alivio. El Señor Jesús es el mejor ejemplo y la clave según el texto de cabecera es tener la vista fija en lo que hay por delante.

 

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2

 

Es saludable mirar atrás para reflexionar sobre los éxitos y los fracasos del pasado. Nos enseñan como Dios bendice a los suyos en algunos casos y permite que nos demos cuenta de los planes nuestros que no prosperaron cuando anduvimos “según la carne”. Es instructivo mirar atrás para luego mirar hacia delante a fin de ejercer mayor dependencia de Dios y con mayor obediencia a su santa voluntad. Nuestro Señor Jesucristo nunca tuvo que mirar atrás para lamentar algo. Poncio Pilato, el encargado de juzgarle “dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él” Lucas 23:22. El Señor Jesucristo siempre miraba hacia delante y así nos da un buen ejemplo. Jesucristo tuvo gozo al pensar en el final de la obra que vino a realizar. El mismo gozo le sostuvo cuando sufrió la cruz, y menospreció el oprobio de sus enemigos. Al final, su gozo fue cumplido al sentarse a la diestra del trono de Dios.

 

Para que tengamos motivo para regocijarnos debemos tomar en cuenta el ejemplo del Señor Jesús y también la exhortación de Pablo: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Filipenses 4:4. Hay una serie de instrucciones que Pablo dio a los Tesalonicenses y una de ellas es “Estad siempre gozosos” 1 Tesalonicenses 5:16. Nunca hay un momento inapropiado para regocijarse. Regocijarse es una actitud del corazón que produce un sentir de contentamiento, de alegría, de felicidad. Cuando uno sabe que Dios está a nuestro favor, se regocija. La palabra regocijarse usada el texto de cabecera es la misma que escuchó María cuando Gabriel le vino a informar sobre los planes divinos para con ella. “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, (o, regocíjate) muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” Lucas 1:28.

 

María pudo regocijarse sabiendo que Dios quiso hacer algo con su vida para utilizarla en forma especial. Cuando Moisés animaba al pueblo antes de entrar en su nueva tierra, les instó a alegrarse, “comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegaréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido” Deuteronomio 12:7. Aun en medio de la aflicción, Juan y Pedro supieron regocijarse, “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” Hechos 5:41. Si adoptamos una actitud de regocijarnos en el Señor, tendremos una vida de prosperidad espiritual; “Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado” Salmo 33:21.  –daj

Lectura Diaria:
1 Samuel 28:1-29:11 [leer]
/Isaías 66:1-24 [leer]
/Romanos 8:18-39 [leer]