En las entrevistas hechas a los atletas que ganaron las medallas en las Olimpiadas hace algún tiempo, había un comentario común. Se refirieron a cómo se dedicaban a entrenar para poder cumplir con el desafío. Nos admiramos del tesón de muchos y cómo lograron su objetivo. Todos estaban resueltos a seguir el régimen dictado por los entrenadores. ¿Deben los cristianos adoptar una postura igual delante de su Señor para poder servirle?

 

Hermanos,… una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:13-14

 

Cuando alguien vive en obediencia a la voluntad de Dios, avanza con confianza, dispuesto a soportar las vicisitudes que se presentan. Está resuelto a seguir no importa cuánto cueste. El ejemplo mejor de esto es el Señor Jesús. Isaías describió la actitud del Mesías proféticamente: “… puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado” Isaías 50:7. Un pedernal es una roca dura. Los israelitas la conocieron en el desierto. La expresión “puse mi rostro como un pedernal” significa que el Mesías sería firme en seguir adelante con el propósito por el cual vino al mundo. A pesar de la oposición presentada por sus enemigos y de los varios intentos de disuadirle de su misión, Jesús fue firme y resuelto de cumplir. Vea Lucas 9:51. En el huerto de Getsemaní dijo, “no se haga la voluntad mía, sino la tuya” Lucas 22:42. Cristo no iba a retroceder sin cumplir la obra que había venido a hacer. Así son los que viven confiando en Dios su Salvador.

 

El apóstol Pablo terminaba su tercer viaje misionero y se dirigía a Jerusalén. Llegó a Troas desde donde mandó a llamar a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Por estar tan deseoso de llegar a Jerusalén, no tuvo tiempo de hacer el viaje al interior de la provincia para visitar Éfeso. Cuando llegaron los ancianos les explicó que se sentía “ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer” Hechos 20:22. Reconoció que había recibido indicaciones del Espíritu Santo que le esperaban “prisiones y tribulaciones” v.23. Pablo no se amedrentó frente a esta eventualidad, sino declaró, “de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” v.24. Como en el caso de su Señor, así Pablo estuvo resuelto a cumplir la tarea que le fue entregada.

 

Si usted tuviera que declarar la meta de su vida, ¿qué diría? Pablo dijo: “para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” Filipenses 1:21. ¿Sería posible que dijera Ud. lo mismo? Los ancianos en una iglesia deben adoptar igual postura pues han de dar cuenta de cómo cumplieron su cometido como guías del pueblo de Dios. Pablo desafió a los ancianos de Éfeso cuando concluyó su discurso, “mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” Hechos 20:28. Les dejó responsables pues se los encomendó a Dios y a la palabra de su gracia, v.32. De rodillas oró por ellos antes de partir. La vida cristiana requiere firmeza de voluntad para vivirla y convicción en el corazón delante de Dios para proseguir en el camino de la obediencia. ¿Qué es lo que le motiva a usted en su vida delante de Dios?  –daj

 

Lectura Diaria:
2 Samuel 15 [leer]
/Sofonías 3 [leer]
/Gálatas 3:1-14 [leer]