“Todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados.” Hebreos 5:1

Dios instituyó el sacerdocio en el Antiguo Testamento. Quiso constituir a Israel una nación de sacerdotes (Éxodo 19:6), y designó la tribu de Leví y dentro de ésta una familia sacerdotal, la familia de Aarón y su descendencia. Este oficio no podía ser usurpado (2 Crónicas 26:16). Sólo los designados por Dios pueden acercarse a El y sólo el Sumo Sacerdote podía aproximarse a Dios en el Lugar Santísimo, una vez al año. En la carta a los Hebreos se desarrolla la doctrina del sacerdocio y el versículo señalado es muy interesante pues en él la misma Biblia nos detalla las características y funciones de los sacerdotes.

 

En primer lugar, vemos que según la Escritura un sacerdote es tomado de entre los hombres, porque debe identificarse con ellos en su responsabilidad por el pecado. Debe tener la naturaleza humana porque representa a los hombres delante de Dios. Esta primera característica se cumple perfectamente en la persona del Señor Jesucristo, el Verbo hecho carne (Juan 1). También vemos que según Hebreos 5:1 la función del sacerdote es traer los hombres hacia Dios, es decir, que el hombre pueda tener acceso a Dios. Tiene que ver con los asuntos que atañen a los hombres frente a Dios. Aquí distinguimos ya una clara diferencia entre lo que nos señala la Escritura versus lo que vemos en el día de hoy.

 

Hoy en día, personas llamadas sacerdotes se dedican a otras cosas, que pueden ser muy humanitarias pero que nada tienen que ver con lo que la Biblia enseña acerca del sacerdocio. Brevemente, consideremos que Cristo debió hacerse hombre, hacerse uno con los hombres sin dejar de ser lo que siempre ha sido, uno con Dios; fue uno en su naturaleza, pero sin pecado pues el Redentor debía estar libre del mal del que quería librar al prisionero. También participó de unidad con los hombres en sus tentaciones, lo que le permite comprender mejor a los que sufren siendo tentados. Hubo unidad en la experiencia de muerte, que el sintió en sentido real aunque vicario, representativo al adjudicarse nuestros pecados en la cruz (Isaías 53) y finalmente unidad en la disciplina del sufrimiento. Es esta unidad con los hombres lo que lo habilita para representarlos ante Dios, y esa es una característica del sacerdocio. ¿Es Cristo su sacerdote? Al considerar las características descritas podríamos preguntarnos quién otro, sino el Señor Jesús, podría ser nuestro gran Sumo Sacerdote, quien “se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (Hebreos 9:26)  –RC

Lectura Diaria:
Éxodo 31:1-18 [leer]
/Salmos 79:1-80:19 [leer]
/Hechos 18:24-19:20 [leer]