David el rey era viejo y su hijo Salomón había de reemplazarle en el trono. David entrega a Salomón en presencia de sus ayudantes las instrucciones para gozar de la bendición de Dios. Lea del compromiso al cual David llamó a su hijo.

 

Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.”1 Crónicas 28:9.

 

La ciudad de Jerusalén estuvo atestada de representantes de todas las tribus de Israel. Había príncipes del pueblo, y los jefes de las tribus más los “supervisores” de la administración de las posesiones del rey. También presentes estaban “los oficiales y los más poderosos y valientes de sus hombres” 1 Crónicas 28:1. David el rey se paró para dirigir la palabra a la multitud y explicó que “yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová,… y había ya preparado todo para edificar” v.2. David explicó que su deseo no pudo ser realizado, sencillamente porque era “hombre de guerra, y (que había) derramado mucha sangre” v.3. Estaba consciente de que Jehová le había elegido “para ponerme por rey sobre todo Israel” v.4. En seguida vuelve la atención de los asistentes a su hijo Salomón, destacando que éste había sido escogido entre “todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos),… para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel” v.5. Jehová determinó que Salomón debiera ser el constructor de la casa de Jehová, asegurando a David que “yo le seré a él por padre” v.6. Además de este privilegio, el reino sería confirmado para siempre. v.7.

 

¿Cómo se sentiría Salomón ante tan augusta concurrencia, escuchando a su padre llamarle a comprometerse para cumplir con todos los preceptos de Jehová? Y también que éstos preceptos debieran ser su norte en el manejo del reino. Junto a los asistentes, Salomón y los demás son llamados a guardar e inquirir todos los preceptos de Jehová su Dios “para que poseáis la buena tierra, y la dejéis en herencia a vuestros hijos después de vosotros perpetuamente” v.8.

 

Lo dicho por David es similar a lo que queremos nosotros hoy para el pueblo de Dios, es decir, reconocer a Dios y servirle con corazón perfecto y con ánimo voluntario. Esta debe ser la prioridad de nuestra vida. Las personas que viven así se gozan de la presencia de Dios en su vida y disfrutan de la paz de Él. No debe haber lealtades divididas ni reservas para poder confiar en Él implícitamente. ¿Quiere hallar el secreto para deleitarse en el servicio de tu Dios? Lea 1 Crónicas 28:9-10. –daj

Lectura Diaria:
Josué 4-5:12 [leer]
/Isaías 1 [leer]
/Lucas 21:5-38 [leer]