Un hombre muy conocido en Jericó por su forma fraudulenta de tratar el dinero recibido de los contribuyentes tuvo una experiencia singular en su vida. Se le hizo cambiar y fue declarado “salvo” por el Señor. ¿Podría él perder la salvación recibida?

 

 

“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Lucas 19:10.

 

Después de visitar la casa de Zaqueo y entrevistarse con él, Jesús anunció que este publicano, mal visto por sus conciudadanos, había experimentado una conversión. Zaqueo había sido sagaz cuando solucionó su problema de no poder ver a Jesús debido a su baja estatura. Subiendo al árbol y sentándose entre el ramaje, quizás él pensaba que pasaría inadvertido. Jesús sabía exactamente donde estaba Zaqueo y le ordenó bajar, pues quería posar en su casa. Zaqueo bajó rápidamente, y recibió a Jesús. De la conversación en casa entre los dos no sabemos nada. Solamente al final, parado frente a Jesús, Zaqueo indicó sus planes futuros que en realidad eran muestras que había experimentado un vuelco en su vida e iba a cambiar. Jesús le llamó “un hijo de Abraham” Lucas 9:9. Un hijo muestra rasgos de su padre, y en este sentido, Zaqueo se asemeja a Abraham, pues tuvo fe en la palabra que Jesús le había hablado y fue salvo. Enseguida Jesús mismo comentó que su misión cual Hijo del Hombre fue la de venir a buscar y a salvar al perdido. Buscó a Zaqueo en el árbol y le salvó en vista de la fe que demostró.

 

Zaqueo fue hallado por el Señor y si es declarado “salvo” por Él, no fue porque hubiera bajado aprisa del árbol, ni porque hubiera recibido a Jesús en su casa. La salvación de Zaqueo no fue una recompensa por algo hecho por él, sino porque con fe echó mano a lo que el Señor le reveló y quería hacer por él. Se entiende que de ahí en adelante, la vida de Zaqueo cambiaría. Jesús se alejó de Jericó, rumbo a Jerusalén donde iba a morir. Y ¿Zaqueo? Seguramente se quedó trabajando en Jericó como publicano, pero usando una nueva ética en sus tratos con los ciudadanos.

 

Jesús declaró a Zaqueo que antes estaba perdido, ahora ha sido el buscado, hallado, y salvado. ¿Sería posible que Zaqueo se perdiera otra vez? Recibió la salvación como regalo de parte del Señor. ¿Sería posible que Jesús pidiera el regalo de vuelta? La respuesta es obvia; cuando Cristo salva al pecador, es para siempre. Cuando Jesús se presentó como el Buen Pastor que dio su vida por las ovejas, declaro: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:28. (Continuará) –daj

 

Lectura Diaria:
Levitico 13:24-59 [leer]
/Salmos 118:1-29 [leer]
/Marcos 4:1-20 [leer]