Cada persona nacida de nuevo es considerada por Dios como un sacerdote y él espera que la ofrenda de alabanza esté continuamente en sus labios. Lea de Cristo, el Sumo Sacerdote.
“Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ” Éxodo 28:36

En el tiempo en que los israelitas eran el pueblo de Dios designado, tenían un centro de reunión llamado el tabernáculo. Ocupó un lugar privilegiado entre las tribus pues era el lugar de encuentro que Jehová señaló para que la nación pudiera acercarse a Él. Ciertas familias de la tribu de Leví tuvieron el cuidado y el transporte del tabernáculo. Pero de esta misma tribu de Leví, solamente la familia de Aarón fue designada para servir como sacerdotes en el tabernáculo mismo. Tuvieron varios servicios que llevaban a cabo en el tabernáculo, especialmente en cuanto a las ofrendas y los sacrificios que el pueblo entregaba a Jehová. Aarón fue el primer sumo sacerdote y sus hijos eran sacerdotes. El sumo sacerdote en su rol de mediador entre el pueblo y Jehová tenía que vestirse con “vestiduras sagradas” que eran “para honra y hermosura” (Vea Éxodo 28). Se terminó el oficio del sumo sacerdote con la ascensión de Cristo al cielo y la venida del Espíritu Santo.

En el día de Pentecostés, comenzó a existir la Iglesia, el Cuerpo místico de Cristo. De ella, Cristo es el Sumo Sacerdote y toda persona que nace de nuevo forma parte de la Iglesia. Cada creyente en Cristo es hecho un sacerdote para ofrecer sacrificios espirituales. Pedro escribió: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5).

Los detalles dados en Éxodo 28 acerca de las vestiduras del sumo sacerdote enseñan verdades importantes acerca de la santidad de Dios. Aarón mismo en su calidad de hombre común no tuvo la perfección moral requerida para servir de mediador entre Dios y el hombre. Dios dispuso que Aarón, vestido con las ropas especiales del sumo sacerdote, pudiera servir pues ellas representaban las virtudes que eran aceptables delante de Dios. De hecho, todas las piezas prefiguraban las virtudes del Señor Jesucristo que había de venir. Cuando Aarón era vestido para servir en su calidad de sumo sacerdote, fue puesto sobre su cabeza la mitra con una lámina del mejor oro y grabado sobre ella las palabras SANTIDAD A JEHOVÁ. La mitra era una especie de turbante hecho de lino fino. Por su posición en la frente, servía para informar al pueblo de lo que buscaba Jehová. “La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre” (Salmo 93:5). Al mismo tiempo, era un recuerdo para Aarón que su oficio era sagrado y debía ejercer cuidado en su labor sacerdotal en la presencia de Jehová. Solamente lo que esté de acuerdo con la perfección y la ausencia del pecado debe presentarse ante Dios. Hoy día, nuestro Sumo Sacerdote es Cristo y la exhortación para nosotros es: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). Aarón sabía que Dios esperaba santidad en su servicio en el tabernáculo. Nosotros sabemos que Dios espera la misma en nuestro servicio en el día de hoy. Dios nos ayude a responder como conviene. –daj

Lectura Diaria:
Levitico 3:1-17 [leer]
/Salmos 116:1-117:2 [leer]
/Marcos 3:13-35 [leer]